miércoles, 31 de mayo de 2017

Las imprevisiones municipales

Poquito a poco cada concejal va consiguiendo sus “cacharritos”. Cacharritos o material para realizar su labor, que en este argot ciudadano cacereño popular se llaman así, simplemente: cacharritos.
Viene la cosa a cuento de que Fernández Lozano, sin mucho pedir ni armar tanto ruido como Machuca con el sonómetro, ya consiguió una grúa de cesta de nada menos que catorce metros de altura —que ha costado sus buenos duros— y que servirá para quitar y poner bombillas de los sitios altos (cuando se aprenda bien el funcionamiento, porque ahora sucede como con las “siete y media”, que o te pasas o no llegas, y todo tiene su aprendizaje). Pero, en fin, ahí está el flamante “chirimbolo” al que no puede ponérsele una pega, al menos por lo que vimos en las pruebas que ante el Ayuntamiento y el alcalde se hicieron. Pero verán ustedes cómo las pegas surgen. De momento nosotros sorprendimos a dos vecinos que , presenciando aquello, apuntaron a una: “Con todo lo de la crisis del petróleo —decían— nuestro Ayuntamiento se embarca en un instrumento que funciona por gasolina, que ya verás tú como con la guerra de Irán e Irak va a quedar arrumbado en los talleres por esta imprevisión.” “¡Cuánto mejor hubiera sido comprarlo de los que funcionan por alcohol, que en Brasil ya los tienen! —apuntaba otro—, porque aquí la gasolina puede faltarnos pero el alcohol… Y, además, lo cómodo que sería llegar a “Casa Maleno” y decir: Ponle un litro a la grúa y a mí dame un chato, y la tapa de tencas échasela también en el depósito. Que aquí pasa lo que pasa: que no hay investigación como muy bien ha dicho el ministro de Universidades, creo…” Allí dejamos a nuestros dos buenos cacereños haciendo cábalas sobre el futuro.
Nosotros no es que lleguemos a tanto, aunque sí pensamos que por equidad municipal nuestro alcalde, que es al fin y al cabo el “padre espiritual” de los concejales, ha debido atender antes a la grúa de Machuca —que bien llorada la tiene— que a la de Fernández Lozano, porque la rabieta de Machuca nos la vemos venir y con razón. Uno a quitar bombillas y el otro a seguir esperando para quitar coches Y el alcalde a aguantar el “rabia, rabieta” que uno le va a hacer al otro nada más se junten… Y es que, oiga, son como niños.
Diario HOY, 9 de octubre de 1980.

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