jueves, 8 de junio de 2017

“A mí que me borren”


Estamos de enhorabuena, y sobre todo don Jaime Velázquez, que fue un adalid de este asunto, por la aprobación del proyecto de ley del canon de energía eléctrica que ha hecho el Pleno del Congreso Lo que no acabamos de entender es la política particular de algunos partidos, por ejemplo la posición socialista y comunistas que dijeron —según los medios informativos— que ese canon se trataba de una inyección financiera para las provincias controladas por UCD y por éstas y otras razones no le prestaban su apoyo… No sabemos qué difusión puede tener esa actitud, pero suponemos que si en nuestra provincia hay socialistas y comunistas verdaderamente ilusionados —que los hay— con lo que sus partidos puedan hacer por esta deprimida provincia, se habrán sentido defraudados por esa actitud a nivel nacional de sus partidos. Sospechamos que se habrán preguntado: “Oye si para esto nos sirve el partido… apaga y vámonos.” Yo en este asunto, y creo que muchos cacereños de muy variada ideología, pensamos que primero está la provincia y después el partido y no al revés… Porque si no va a tener razón el bueno de Pedro Cañada con lo de la creación de un partido regional que defienda la región y vaya contra “tirios y troyanos”, porque unos y otros van a lo suyo y no a lo que nuestro territorio pueda convenir, aunque el asunto de esa partido y su creación también tenga su parte difícil, pero antes somos cacereños —aunque sea por nacimiento— que “partidarios” de un partido que, por muy buenas teorías que tenga, no nos va a ser práctico en lo nuestro.
¿Qué el canon va a ser una inyección financiera para provincias controladas por UCD?, pues muy bien: “hágase el milagro, y hágalo el diablo”, porque por aquello de “primero vivir y después filosofar”, antes está la provincia que la filosofía de partido.
Viene también esto a cuento de las faenas que dice la gente le está jugando su partido a un concejal tan ilusionado como José Machuca, el que por no ir más lejos tuvo que votar ayer —por disciplina de partido— contra una propuesta de crear la comisión informativa de tráfico, de la que él iba a ser presidente, por simple y disciplina y obediencia… “Oiga, si las disciplinas llegan a esos extremos, usted me dirá dónde radica la libertad del hombre ilusionado con trabajar por sus convecinos”. Esto sería como dejar una dictadura general, por las pequeñas dictaduras personales de los partidos, que atan de pies y manos a los hombres que desde un color tratan de trabajar por el bien común. Porque si además del trabajo aludido tienes que “templar la gaita del partido”, acabarán siendo unos “templagaitas” sin beneficio ninguno para la comunidad que, pienso yo aunque me equivoque, es por la que trabajan —o deben trabajar— todos los partidos aunque sea desde distintos puntos de vista.
Posiblemente es esa la razón de que yo no pertenezca a ninguno, porque si no hubiera dicho en casos como éstos: “A mí que me borren.”
Diario HOY, 11 de diciembre de 1980

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