Me lo dijeron y no pasaba a creerlo, pero la noticia estaba ahí y no
había más remedio que rendirse a la evidencia: El Estado, la Administración
Central, ha revisado su negativa a la construcción del Parador de Turismo de
Cáceres y, estimando que no en vano la nuestra —según el Consejo de Europa del
ICOMOS— es la tercera ciudad monumental más bella del mundo, ha decidido correr
con todos los gastos del montaje y acabado de dicho Parador.
Pero el asombro no quedó ahí, puesto que volvió a subir de tono al
enterarme de que todos los consejeros de nuestra Junta, todos los ediles de
nuestros ayuntamientos, sin distinción de colores ni credos, han renunciado a
sus sueldos que destinarán a mitigar el paro en Extremadura.
No repuesto de este asombro me entero que Badajoz ha renunciado a no sé
qué Facultad universitaria (la emoción no me ha dejado averiguar cuál) por
estimar que estaría mejor en Cáceres, y que Cáceres, a su vez, ha renunciado a
aceptarla si antes el Gobierno no termina en su totalidad el Plan Badajoz.
¡Esto es Jauja!, me dije, y confieso que hasta se me saltaron las lágrimas
al enterarme de que todas las fuerzas vivas de Extremadura han acordado, como
un solo hombre, hacer una marcha sobre Madrid para solicitar la carretera entre
las dos capitales al grito de: “Extremadura unida jamás será vencida”, y que
Madrid, enterada, ha dicho: “No vengáis, que el lunes mismo comienzan las obras
de esa autopista.”
¿Qué pasa aquí?, me dije: “¿Estoy acaso soñando?”. No, me respondió
una voz desde las alturas, lo que pasa, hijo mío, es que hoy es el día de los
Inocentes.
Diario HOY, 28 de diciembre de 1980
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