sábado, 10 de junio de 2017

Don Arturo y su banda de “Los Gorriatos”


(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
Ahora que nuestra Banda Municipal de Música se debate, como el príncipe Hamlet, entre el ser o no ser, sería bueno recordar su ya larga y —por qué no decirlo— gloriosa historia artística, para estímulo de sus actuales componentes que llevan a sus espaldas toda la historia musical de nuestro municipio, no siempre comprendida ni bien retribuida porque, por desgracia, no hemos llegado nunca a valorar lo que es arte y menos a pagarlo.
No quisiéramos que se nos ofendiera nadie con estos recuerdos, que han de ser breves e imprecisos, porque esta sección a nadie trata nunca de ofender y menos al filo de estas fiestas donde debe imperar un espíritu de hermandad navideña. En una recordación puede haber olvidos por ignorancia de algunos matices y de antemano pedimos disculpas por ello.
A nuestra Banda, desde que se inició, popularmente se la llamó —aunque no les gustara a los componentes de ella de aquel entonces— “La Banda de los Gorriatos”; no sabemos el origen preciso del nombre, aunque pudiera ser por los píos que proporcionaban en los primeros conciertos, pero el nombre no era peyorativo, sino más bien cariñoso y familiar. El que esto escribe conoció a su primer director, don Arturo (que creo se llamaba García de apellido), y se deleitó con otros niños en ver lo enfadado (al menos esto nos parecía a nosotros) que se ponía mientras la dirigía. Cierto que don Arturo no tenía muy buenas pulgas y recuerdo que como la chiquillería de aquel entonces nos poníamos en las escalinatas del kiosko de Cánovas a escucharlos y no siempre guardábamos silencio, de vez en cuando se escapaba algún “batutazo” a la cabeza de alguno con la lógica algarabía de todos. Don Arturo tenía un profundo sentido del humor a juzgar por los comentarios que iba haciendo durante los conciertos que a los pequeños, por estar sentados casi a sus pies, no se nos escapaban. Al iniciar “la pieza” y tras dar tres golpes de batuta, solía decir: Adelante, muchachos, que en el calderón nos encontraremos; otras veces, cuando actuaba el solista, decía algo como esto: “¡Puntea, flauta, o te doy una patada donde más te duela!” ... Y entre bromas y veras logró hacer un conjunto que fue famoso y de cuya academia salieron muchos y buenos músicos. El resto de la historia y los directores posteriores es quizá más conocido y lo que sería de desear es que el municipio, o quien sea, prestara más atención a esta agrupación aunque sólo fuera por la cantidad de historia cacereña que lleva a sus espaldas.
Diario HOY, 21 de diciembre de 1980

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