(Incluida
en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
Ahora que nuestra Banda Municipal de Música se debate, como el
príncipe Hamlet, entre el ser o no ser, sería bueno recordar su ya larga y —por
qué no decirlo— gloriosa historia artística, para estímulo de sus actuales
componentes que llevan a sus espaldas toda la historia musical de nuestro
municipio, no siempre comprendida ni bien retribuida porque, por desgracia, no
hemos llegado nunca a valorar lo que es arte y menos a pagarlo.
No quisiéramos que se nos ofendiera nadie con estos recuerdos, que han
de ser breves e imprecisos, porque esta sección a nadie trata nunca de ofender
y menos al filo de estas fiestas donde debe imperar un espíritu de hermandad
navideña. En una recordación puede haber olvidos por ignorancia de algunos matices
y de antemano pedimos disculpas por ello.
A nuestra Banda, desde que se inició, popularmente se la llamó —aunque
no les gustara a los componentes de ella de aquel entonces— “La Banda de los
Gorriatos”; no sabemos el origen preciso del nombre, aunque pudiera ser por los
píos que proporcionaban en los primeros conciertos, pero el nombre no era
peyorativo, sino más bien cariñoso y familiar. El que esto escribe conoció a su
primer director, don Arturo (que creo se llamaba García de apellido), y se
deleitó con otros niños en ver lo enfadado (al menos esto nos parecía a
nosotros) que se ponía mientras la dirigía. Cierto que don Arturo no tenía muy
buenas pulgas y recuerdo que como la chiquillería de aquel entonces nos
poníamos en las escalinatas del kiosko de Cánovas a escucharlos y no siempre
guardábamos silencio, de vez en cuando se escapaba algún “batutazo” a la cabeza
de alguno con la lógica algarabía de todos. Don Arturo tenía un profundo
sentido del humor a juzgar por los comentarios que iba haciendo durante los
conciertos que a los pequeños, por estar sentados casi a sus pies, no se nos
escapaban. Al iniciar “la pieza” y tras dar tres golpes de batuta, solía decir:
Adelante, muchachos, que en el calderón nos encontraremos; otras veces, cuando
actuaba el solista, decía algo como esto: “¡Puntea, flauta, o te doy una patada
donde más te duela!” ... Y entre bromas y veras logró hacer un conjunto que fue
famoso y de cuya academia salieron muchos y buenos músicos. El resto de la
historia y los directores posteriores es quizá más conocido y lo que sería de
desear es que el municipio, o quien sea, prestara más atención a esta
agrupación aunque sólo fuera por la cantidad de historia cacereña que lleva a
sus espaldas.
Diario HOY, 21 de diciembre de 1980
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.