Recuerdo cuando de pequeños nos empeñábamos en lucir nuestras
habilidades ante los mayores y, quieras que no, “echábamos” una especie de
“comedia” a los padres, los abuelos y familiares que, con el lógico cariño, nos
escuchaban pacientemente y hasta nos aplaudían o premiaban. Los más espabilados
imitaban al “Guerrero de Antifaz” —o cualquier héroe infantil— aunque los mayores
no se enteraran; otros cantaban, mal pero cantaban, o recitaban con tonillo y entre
risas y bromas y a veces mal disimulado aburrimiento los mayores decían que éramos
muy listos.
De mayor he recordado alguna vez estas escenas y me he dado cuenta del
ridículo que hacíamos ante los mayores —que tenían cosas más serias en que
pensar, entre ellas alimentarnos a todos— y he recapacitado en lo que podrían
pensar de nosotros, como niños caprichosos, aunque existiera el cariño familiar
de por medio.
Yo espero que alguna vez, los miembros de la Junta Preautonómica,
cuando lleguen a la mayoría de edad (si es que llegan), se den cuenta del
paralelismo que existe entre la situación que narro y la “representación
infantil” que nos están dando a todos los extremeños que asistimos, como los
padres y abuelos del cuento, esperando que maduren, aunque ya comenzamos a desesperar
de ello. ¿No se dan cuenta del divorcio entre “su comedia” y la realidad de
Extremadura? ¿A qué vienen esas luchas por el sillón presidencial que el pueblo
no entiende porque sabe que el elegido no va a resolver nada de lo que importa?
¿Es que aparte de por el sillón y el cargo han luchado hasta el momento por
algo que le interese al pueblo?
Que recapaciten en todo esto y sepan que al pueblo llano, del que
formamos parte, le importa un pito que el presidente sea Pepe o Juan, si Pepe o
Juan no nos demuestran antes que la Junta sirve para algo más que para que sus
miembros se embolsen un nuevo sueldo.
Diario HOY, 20 de diciembre de 1980
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