jueves, 8 de junio de 2017

El espejo y el “coco”


Hay que ver la que se lió cuando a un gracioso se le ocurrió decir a la puerta del bar de Edificios Múltiples, cuando más funcionarios había tomando café: “¡La hora!”… Si las miradas fulminaran, el gracioso hubiera caído muerto al suelo “iso facto”. Porque ya conocen ustedes la psicosis que ahora hay sobre el horario de funcionarios, los veinte o treinta minutos para tomar café, los turnos para hacerlo, las hojas volantes para recoger firmas, etc., etc.
Porque la generalización y la publicación de estas normas no les ha caído bien a ninguno, aparte de que hubiera cierto abuso y de que, aun así y todo, algunos también cumplieran con su función fielmente, pero la norma general no les ha gustado y se viene dando el caso y precisamente en los menos cumplidores, que son los que más indignados están con la propia prensa por haber publicado estas normas, que la prensa se ha limitado a recoger sin agregar ni quitar una coma… Esto me suscita el caso clásico de aquel que al mirarse a un espejo y encontrarse feo, con toda indignación rompía el espejo y la frase conocida de todos de: “el romper la cara importa, que el espejo no hay por qué…”. Nosotros al fin y al cabo somos “espejo” que reflejamos lo que se nos pone delante —al menos en este caso—, pero que no hemos creado la imagen.
En este mundo siempre ha habido “cocos” con los que se ha metido miedo a los niños y a los menos niños. Es más, Cáceres ha tenido sus “cocos” particulares. En mi infancia, aparte de los generales, había: “El Tío Camuñas”, “Custodio La Valaquia”, “La Turrata”, “El Tío del Saco”, “El Sacamantecas”, etc., etc. Esto nos creó cierto “trauma” a los que fuimos niños en aquel tiempo hasta el punto de que cuando por aquí llegó un político que se llamaba “Camuñas”, los de mi generación pensamos: “con ese nombre, al menos aquí poco lejos va.” Pero en fin, eso es harina de otro costal. Lo que sí es cierto es que el “coco” actual de los funcionarios es ese “inspector secreto” que va a pegar el “chivatazo” nada más que uno se deslice. El que más y el que menos toma su café mirando alrededor con precauciones y preguntándose: “¿Me estarán tomando el horario?” Lo que a decir verdad ha puesto un poco de orden en el funcionariado, que diga lo que diga, está preocupado por el “coco” que les han echado encima.
Lo malo (o lo bueno, ya que es según se vea) es que estos “cocos” pasan y todo vuelve a estar como estaba al principio, aunque, reconozcámoslo, de vez en cuando no está mal amenazar con el “coco” de turno.
Diario HOY, 13 de diciembre de 1980

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