Asombrado me quedé yo anoche viendo contestar en una entrevista en la
“tele” a don Miguel Rodríguez Herrero de Miñón, portavoz del grupo centrista en
el Congreso. No se puede decir menos con
tantas y tan bonitas palabras como él dijo. Se trataba de explicarnos lo que
había ocurrido en unas sesiones privadas y es cierto que el entrevistador tampoco
le “apretó mucho”, pero hay que ver la habilidad que tiene el tal don Miguel
para hablar y hablar durante casi diez minutos, embobarle a uno—yo confieso que
me embobé— y luego pensar: ¿Y qué ha dicho?, y darse cuenta uno de que lo dicho
era como recoger agua en un cesto. Yo no sé si don Miguel será gallego, porque
dicen que los gallegos son muy habilidosos para responder sin decir nada, pero
lo que sí digo es que siendo tan joven como es, este hombre tiene un indudable
porvenir en la política, por su prudentísimo modo de actuar en el que no se
priva de hacer frases bonitas, citar hasta el “Aranzadi” y no soltar prenda
concreta sobre lo preguntado.
Recordaba yo a cuenta de ello el dicho, un poco de broma, que tenían
dos magníficos escritores cacereños fallecidos ya, para hablar de casos como
éste. Me refiero al investigador Tomás Pulido, y al que fue decano de los
periodistas cacereños, Dionisio Acedo, que llegaron a inventar la palabra:
“preambulistas” para catalogar a personas de tan raras habilidades, cuando en
tertulia se suscitaban casos como el presente.
Porque el señor Miñón se me presentó como un magnífico “preambulista”
que es capaz, estoy seguro, de hablar de lo divino y de lo humano sin desvelar
un solo secreto que pueda comprometerse a él o la materia tratada. Qué
porvenir, qué camino político le espera a un joven de tan raras habilidades de
los que, dicho sea de paso, tenemos pocos en la baraja política actual.
Aunque también es verdad que al par que lo dicho, el caso me recordaba
el de una pareja de cazadores cacereños, uno alto y patilargo, que avanzaba mucho,
cuando iban juntos de caza, y el otro chiquitín y paticorto, que se quedaba atrás
con desesperación del compañero que le decía: “¡Pero oye, tío, si es que tú
llenas el camino de pasos y no avanzas nada!”… Porque el “preambulismo”
queramos o no también entraña estos peligros.
Diario HOY, 5 de diciembre de 1980
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