(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
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Es deseo del párroco de San Blas, de quien depende ahora la ermita de
los Mártires, resucitar la vieja y ya perdida romería a dicha ermita, pero no
el día de los Mártires, que suele caer en invierno con el lógico peligro de
tiempo desapacible, sino trasladándola a mayo, mes en el que el tiempo puede
ser más apacible. No sabemos si D. José Reveriego va a conseguir el recuperar
dicha tradición que, desgraciadamente, está perdida, pero no está de más -como
prueba- ponerle ese balón de oxígeno del cambio de fechas a ver si la tradición
resucita.
Pero aparte de ello, lo que quizás importe es hacer un poco de
historia próxima de por qué se mantuvo la costumbre, más que devoción, de
acudir a dicha ermita el día de los Mártires (que este año se trasladó a
domingo); lo primero que habría que decir es que en la reanudación de la
tradición, aunque no fuera con el esplendor pasado, tuvo que ver mucho la
antigua Delegación de Auxilio Social, que convertida después en INAS (Instituto
Nacional de Asistencia Social), por la proximidad que dicha ermita tiene a su
guardería del Paseo Alto, se encargó de organizar la fiesta, dando un desayuno
a las personas que asistían a la misa de los Mártires; pero de todos modos, la
tradición se hubiera perdido si no se cruza al medio el cacereñismo de un
primer teniente de alcalde de nuestro Ayuntamiento de hace unos lustros, como
fue nuestro buen amigo D. Joaquín Sánchez Terio.
Como las cosas hay que reconocerlas, aunque sea para aportar datos de
la pequeña historia próxima de Cáceres, diremos que la ermita estaba a punto de
venirse abajo por ruina y fue precisamente el mencionado concejal y el
Ayuntamiento del que él formaba parte, el que tomó sobre sí que aquello no
desapareciera, corriendo a cargo del Ayuntamiento la reconstrucción de la
ermita y aun el resucitar la tradición de acudir a la misa de los Mártires que
allí se hacía anualmente.
Una aclaración que no está de más hacer es que la petición de esta
reforma, como la de todo el Paseo Alto, al que se dotó de nuevas plantas y
hasta de una verja, fue petición de los vecinos de las barriadas próximas, pero
afirmamos que de no haber estado Terio de primer teniente de alcalde en aquel entonces,
nada se hubiera conseguido. Joaquín Terio no está ahora en la política, por lo
que nadie podrá suponer que lo dicho sea “jabón” al político que, además de no
necesitarlo porque él mismo lo vende y de olor, tiene el derecho a que el resto
de los cacereños le reconozcamos lo que de bueno hizo en su antigua gestión por
nuestra comunidad. Creemos que esto es cosa de justicia, como lo será el
reconocer lo bueno que hagan los que ahora están en ella.
Diario HOY, 20 de enero de 1981
NOTA.- En la foto
de Juan Guerrero, Joaquín Sánchez Terio (de pie) charlando con Pedro de Lorenzo
(sentado).
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