viernes, 9 de junio de 2017

La “pertinaz” otra vez


Ha vuelto “la pertinaz”. La pertinaz, así a secas, era como se llamaba en los años cuarenta a la sequía que se enseñoreó de aquellos azarosos años, en los que se juntaron el hambre, con muchísimas muertes por inanición en el propio Cáceres donde la gente, mucha gente, llegó a morirse de hambre por las calles, el cerco diplomático, abandonando todas las embajadas nuestro país y otra serie de desgracias de las que a trancas y barranas logró salirse. “La pertinaz” fue el nombre que le dieron a la sequía porque cada político de entonces, al referirse a ella, la nombraba: “Pertinaz sequía” y acabó quedándose con el primer nombre, sin que hiciera falta agregar el segundo para que todos supiéramos a qué se hacía referencia.
Lo que sí es cierto es que a aquel cúmulo de desgracias se enfrentaron los españoles de entonces con un talante más jovial que los de ahora, aunque muchos por unas cosas u otras acabaran no contándolo. Recuerdo que de “La pertinaz” se hacían bromas; llegó a decirse que se había creado hasta un cargo nuevo en los estancos para la venta de sellos, que era el de permanecer con la lengua fuera un montón de horas, para que los clientes le pasaran al hombre-tampón el sello por la lengua y poder pegarlo a la carta, porque si no, tanta era la sequía que se llegaron a pegar los sellos a las cartas con cuatro alfileres. En fin, por aquello de a mal tiempo buena cara, los españoles encajaron el golpe al menos con humor, que es lo que comienza a faltarnos ahora.
Lo que se ensayó entonces, y no sé por qué no se ha puesto en práctica ahora, es unos instrumentos repartidos por toda la geografía española para producir artificialmente lluvia. Al parecer tenía que haber alguna nube, pero estos “cacharros” bombardeaban a dicha nube con algún producto químico provocando —al menos en teoría— la ansiada lluvia… Si aquello dio algún resultado, aunque fuera nimio, yo no sé por qué no se han vuelto a poner en marcha estos instrumentos. Pero doctores tiene la Iglesia y ellos serán los que digan si hemos de conformarnos con “La pertinaz” o buscar alguna salida científica, como entonces se intentó, ya que es de suponer que la ciencia ha avanzado algo en estos años. Por lo demás, si los años terminados en cero, como fue aquel cuarenta y puede ser este ochenta, sólo desgracias traen, habrá que recurrir al “ajo y agua”. Ustedes ya me entienden: “Aguantarse”, que parece ser lo único que se ha inventado; pero, oiga, sin perder el humor, porque “los duelos con humor son menos”.
Diario HOY, 17 de diciembre de 1980

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