Mi amigo Pepe anda preocupado porque su suegra le hace la vida
imposible. Lo comentaba ayer en la tertulia de amigos: “Como tuve la debilidad
de traerla a vivir conmigo, decía, me encuentro entre la espada y la pared,
porque me ha mentalizado a Felisa (Felisa es su mujer) y hasta a los niños, que
ahora me miran como si fuera un bicho raro… Y todo es labor de mi suegra: que
si no doy golpe, que si tengo hecha una esclava a su hija, que si no sabe por
qué me eligió a mi, con los buenos “partidos” que tenía… etc., etc.”
— ¿Y tú no les has hablado claro? —le preguntó Antonio— ¿No le has
planteado el que en tu casa mandas tú y ella es una invitada?
— ¿Qué si se lo he planteado? ¡Un montón de veces!, pero ni caso. Y,
además, mi mujer, como os digo, hace causa común con ella. Por no ir más allá,
han declarado la “autonomía” en la cocina y en la alcoba. A mi me toman por el
“gobierno centralista”, según ellas mismas dicen, y no me dejan poner los pies
en esas piezas del domicilio. Y hasta han declarado a Carlitos, el más pequeño,
como “portavoz” del “ente autonómico familiar”, y no puedo hablar directamente
con ellas. Solo los recados que recibo y mando a través de Carlitos, que con
sus seis años se arma el taco y me lía cada vez más el asunto… La cosa ha
llegado ya a unos puntos de tensión que os confieso no se qué camino tomar,
porque de lo del divorcio hasta se carcajean… ¡Pues no está duro de caer el
divorcio! —dicen— y además como nos tengas que pasar los socorros no va a
quedarte ni para tabaco…
Antonio, que es el listo de la tertulia hasta el punto que le llamamos
de apodo Belvedere, le dio la solución:
— ¡Mira, Pepe —le dijo—, no tienes más salida que convocar una “rueda
de prensa”, contarlo todo y cuando tu suegra vea que los periódicos y las
radios toman cartas en el asunto, se asustará y es posible que hasta se vaya de
casa, o por lo menos, ante el escándalo público, te deje vivir tranquilo.
— ¿Pero tú crees que me harían caso los periodistas si los convoco a
una rueda de prensa para esto…?
— Ahora con la democracia —afirmaba Belvedere— no tienen más remedio.
Por motivos mucho más nimios se convocan “ruedas de prensa”, y no dicen ni pío.
Lo tuyo es gordo y yo creo que merece esa rueda de prensa… si hasta tengo
entendido que una curandera la ha convocado últimamente…”
Yo, que soy de la profesión, no sé qué decir pero, como de menos los hizo
Dios, estoy afilando el lápiz para cuando Pepe nos convoque.
Diario HOY, 14 de diciembre de 1980
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