sábado, 10 de junio de 2017

La tradición extremeña de los “Lobushomes” y “Rabisomes”


Yo no sé si ustedes han leído una serie de noticias que vienen apareciendo en nuestro periódico sobre “El Coyote” de la localidad extremeña de Barcarrota. Se trata de un individuo, cuya identidad se desconoce, que cada noche de luna destroza un carro de los que hay por la vecindad.
El caso nos ha llamado la atención y rebuscando en viejos tratadistas de supersticiones de Extremadura, como Publio Hurtado, hemos encontrado un antecedente de estos  “fenómenos” que no son nuevos en el suelo extremeño. Tan es así que la tradición del “hombre-lobo” —que hasta se ha llevado a la pantalla— nació en Extremadura. Según se cuenta, en las alquerías y pueblos próximos a la raya de Portugal eran corrientes los “lobushomes” y “lobisomes”. Se daban en familias que tenían siete hijos varones seguidos, y en las que el séptimo era uno de estos “lobushomes” o “lobisomes” —que es lo mismo— o sea, que el individuo en las noches de luna se convierte en lobo y salía aullando por esos campos hasta el amanecer. Si en vez de varones, las hermanas eran hembras, la séptima era bruja.
Aparte de los “lobushomes” —que se convierten en lobo— había también los “rabisomes”, que sufren una metamorfosis parecida en las noches de luna, pero en este caso, en vez de lobos se convierten en borricos y salen rebuznando y dando coces hasta el amanecer. Lo malo es que la cura es difícil; dicen las viejas consejas que hay que cazarlos la noche de la transformación y hacerles una sangría mientras se recitan una jaculatoria. Lo malo es que en el caso de los “rabisomes” no siempre la cura da resultados, porque algunos siguen jumentos toda la vida, aun con apariencia de hombres, ya que la jaculatoria hay que saberla decir sin equivocarse, porque se corre sino ese peligro.
Para mi el caso del “Coyote” de Barcarrota es un caso claro de “rabisome”, que al transformarse en mulo toma gran ojeriza al carro y lo destroza.
Por si en aquella localidad quieren intentar curarlo doy a continuación la jaculatoria que han de decir —sin equivocarse— mientras se le administra la sangría; es ésta:
“Carros, carretas, carritos,
carritos, carretas, carros,
el “rabisome” borrico
quiere convertirse en algo
que no le afecte la luna,
luna, lunita, lunona
y aunque sea un animal
que parezca una persona…”
Yo no garantizo nada, pero podrían probarlo con el “Coyote” que para mi es un “rabisome” como el caballo de Pizarro.
Diario HOY, 27 de diciembre de 1980

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