domingo, 11 de junio de 2017

“Las cabañuelas” humanas


Uno de estos jekes árabes que tanto petróleo tienen, al par que tanto lío, se ha dirigido a los jefes de estado cristianos para decirles, poco más o menos, que cómo quieren que el mundo prospere y sea mejor si en las fiestas donde desean paz y prosperidad a todo el mundo no hacen más que emborracharse.
Ya se sabe que los mahometanos tienen prohibido tomar alcohol, por el Corán, aunque me creo yo —dicho sea con todos los respetos— que los hispanoárabes andaluces, cuando aquello del Califato de Córdoba, y hasta cuando lo del reino moro de Badajoz, más de una y más de dos veces bebían lo suyo y se saltaban a la torera las normas religiosas, que en esto de beber vino debían ser bastante más elásticas de lo que se dice.
Mi sospecha parte porque de los muchos romances y poesías conservados de aquella época de los árabes españoles, la mayoría de ellas se refieren a las muchas “juergas” sociales que se corrían, con dedicaciones al escanciador, que sospecho no era precisamente “coca – cola” lo que escanciaba sino vinos finos jerezanos o caldos con los que posteriormente se hicieron las bodegas cristianas que ahora son famosas. Y hasta llego a pensar que aquellos vinos moros, al no estar “bautizados” eran bastante más puros que los de ahora.
En lo que sí estoy de acuerdo con el jeke es en lo del recibimiento del año, con la enorme resaca que nos deja a la mayoría de los “cristianos” que no vemos mejor modo de recibirlo que entre vapores de alcohol. Pienso yo que en esto debía hacerse una especie de “cabañuelas” humanas. Ya saben ustedes que entre los agricultores de Castilla existe la tradición de las “cabañuelas” que es vaticinar, por el estado de los doce primeros días del año, el de los doce meses de él. El primer día correspondería a enero, el segundo a febrero, y así hasta doce. Pues bien, entre los humanos, debíamos hacer una especie de “cabañuelas” referidas a las doce primeras horas del nuevo año, para ver cómo nos iba a ir a cada cual en el 1981. Si la primea hora del año, nos coge “ajumados” —como es lógico en estas fechas— quiere decir que el primer mes vamos a andar obnubilados; y si el resto de las horas nos toman con la “resaca” de la fiesta de recepción, ustedes nos dirán con qué cuerpo vamos a estar en el resto del año… Porque mucho: “¡Año nuevo, vida nueva!” y resulta que la mayoría hemos recibido al año igual de bebidos que el año pasado… ¡vamos como para que el deseo se cumpla, cuando predicamos sin el ejemplo!... Por lo demás, quiera Dios que las uvas que tomamos no se nos atraganten.
Diario HOY, 2 de enero de 1981

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