Cuando el presidente francés, Valery Giscard d’Estaing, ha declarado a un corresponsal de prensa español: “No
comprendo por qué las relaciones franco-españolas revisten a veces ese tono de
excesiva emotividad. Espero que durante este año todo vaya mejor entre ambos
países”… Parte de la prensa española —que sí desea que todo vaya mejor con
Francia— se ha apresurado a titular con algo así como: “Giscard quiere mejorar
sus relaciones con España”, pero a mi juicio no es eso lo que ha dicho el
presidente francés, sino más bien, que no comprende por qué las relaciones de
ambos países tienen a veces excesiva emotividad, que no es lo mismo.
Habría que decir que monsieur Valeriano (que creo es la traducción de
Valery) es duro de entendederas, si no comprende que aquí nos moleste el que a
nuestro país (país ya tan demócrata como Francia, dicho sea de paso, para
evitar agarraderas), desde el que él preside se nos haga: asalto a camiones y
trenes españoles de verduras y frutas; se nos quemen furgones por el hecho de
llevar matrícula española y productos de paso a otros países; se nos apresen
nuestros pesqueros; se hagan negativas —acaudilladas por él mismo— para la
entrada en el Mercado Común y se preste asilo a terroristas de la ETA que están
asolando provincias españolas… entre otros muchos más botones de muestra que
pudiéramos presentar. Si monsieur Valeriano no entiende esto, es que es muy
duro de entendederas… máxima si después de ello hay, no ya como él dice una
“excesiva emotividad”, sino más bien un recelo a ese mal vecino que es el país
que él preside, y yo diría que hasta una lógica indignación hacia esa secular
actitud anti-española de una gran parte de Francia.
Me recuerda esto lo del chiste en el que denunciaron a un obrero por
blasfemo, ya que otro compañero —por broma— le había echado en el cuello un
chorro de estaño fundido, declarando el perjudicado ante el juez que él no
había blasfemado sino había dicho sólo: “Paco, no seas bruto, hombre”… Si al
chiste le agregamos unas declaraciones del tal Paco, diciendo algo así como: “No
comprendo cómo mi compañero se indigna por una broma”… tendríamos un cuadro
similar a lo que Francia nos viene haciendo y las declaraciones de su
presidente monsieur Valeriano Si además, el tan don Valeriano no lo entiende
díganme ustedes si no puede calificarse con justicia y sin exageración como: un
poco duro de entendederas o como “un cachondo” de tomo y lomo al tal don
Valery…
Diario HOY, 9 de enero de 1981
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