sábado, 10 de junio de 2017

Las Navidades de los humildes gitanos del “Carrucho”


Esta va a ser la noche más luminosa del año: la noche de Nochebuena, donde el hombre —aunque solo sea en una promulgación de principios que luego no se cumple o se cumple sólo en parte— trata de ser más bueno y mejor que sus semejantes. La vigencia de la lección de Cristo naciendo en un pesebre y entre los pobres no puede ser cuestionada tras de tantos siglos de recordación de este gesto que vino a trazar un nuevo camino a la Humanidad. Que luego se olviden los buenos propósitos es harina de otro costal, porque el hombre es débil de memoria. Pero lo que importa recordar es que en el pesebre de Belén se dieron cita los hombres de las más variadas ideas y procedencia: desde los humildes pastores hasta los encumbrados Reyes Magos que también vinieron a adorar al recién nacido, porque la cita era para “todos los hombres de buena voluntad”, sin que importaran credos ni procedencias. Ese es el espíritu de la Navidad que, aun con todos los defectos que la humana condición impone, debemos seguir al menos en este día.
Descendiendo ya a nuestra parcela hemos de decir que nos ha agradado el gesto que Luis García Tafalla (que además es gobernador civil de la provincia pero esto ahora no importa tanto) ha tenido con la barriada más humilde de Cáceres, la de los gitanos del “Carrucho”, de ir en compañía de su esposa a compartir canciones, copas y buenos propósitos con ellos. Simplemente a cantar y bailar y palmear un rato de expansión y a tener ese contacto humano que tanta falta nos hace a todos y por supuesto también al gobernador, y después, invitar a un grupo de estos humildes convecinos a compartir en su domicilio particular el pan y la sal que ya antes había compartido “en su terreno”. No importan tanto (con ser importantes) los problemas como el contacto humano. Nos cuentan de la exquisita delicadeza de los gitanos que en esos momentos de expansión no quisieron contar los problemas de su barriada al gobernador, ni los suyos particulares. Esta vieja raza sabe ser y estar y, solamente, con la gracia que los caracteriza, en alguna de las coplas que allí se cantaron entre guitarras y palmas se insinuaba entre bromas y veras —con la mejor diplomacia— las necesidades que tienen de vivienda. Luis García Tafalla, hombre sensible y no sensiblero, habrá medido la calidad humana de estos gitanos y ha de saber corresponder a ella.
Para estos vecinos, quizá los más humildes, vaya también nuestro deseo de unas gratas y alegres navidades.
Diario HOY, 24 de diciembre de 1980

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