Casi sin comerlo ni beberlo, los cacereños nos vamos a encontrar a
partir de febrero próximo con una nueva cárcel que, a juzgar por las noticias
que nos trae la prensa —no aclaradas casi nunca a nivel local—, va a ser un
“centro de cumplimiento ordinario para jóvenes de 18 a 21 años, con 350 plazas”
en el que el Ministerio de Justicia ha invertido 400 millones de pesetas. La
verdad es que a los cacereños no nos ha caído muy bien el que nos metan una
nueva cárcel en Cáceres y, al modo de ver de muchos, en el lugar más
inoportuno. No se olvide que está en una céntrica carretera, la de Trujillo,
pegado a ella, frente a la Universidad Laboral femenina y otro montón de
centros que, en cualquier emergencia —que puede surgir, porque como no surgiría
es no teniéndola— van a tener sus muchos “dolores de cabeza”.
Sabemos que los terrenos los cedió la Diputación provincial anterior,
y casi sin contar con nadie, o lo que es peor, dorando un poco la píldora al
decir que esa cárcel iba a proporcionar una serie de puestos de trabajo para
Cáceres que eran muy interesantes.
Pienso yo que en esto como en el caso de las “industrias molestas,
insalubres o peligrosas” (que no sé si se llaman así o “industrias ruidosas y
puñeteras”) lo menos que podría haberse hecho es una información pública para
ver si los cacereños, al menos los de los alrededores, estaban conformes con la
instalación de este centro que si no ruidoso en el sentido normal de la palabra
“puede dar ruidos” en el sentido figurado y muchos más que los de cualquiera de
las industrias en las que es obligatorio hacer esa encuesta…
Porque la parte positiva de esta instalación, por mucho que dijera la
Diputación anterior, ninguno acabamos de verla y posiblemente es uno de los
muchos “descartes” que se mandan a
Cáceres, porque no los quieren en ninguna otra provincia española… Si
por puestos de trabajo era, ¿por qué no se nos mandó una industria del
automóvil, una azucarera o una factoría e otro tipo?...
Si acaso, sólo puede tener una parte positiva: que los 350 jóvenes
reclusos se regeneren y acaban casándose con chicas de la Universidad Laboral
que van a tener enfrente, como en las novelas rosa… Porque de no existir este
afán casamentero del tipo de “Grandes Relatos”, por parte del Ministerio o de
la propia Administración, no le vemos parte positiva para Cáceres y sí mucha
parte negativa… Y si no, al tiempo.
Diario HOY, 12 de diciembre de 1980
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