viernes, 2 de junio de 2017

Promocionar lo nuestro

¿Sabes los títulos y autores de los cinco premios anteriores “Cáceres” de novela corta? le hemos preguntado a un amigo, un hombre de la calle que, tras hacer memoria, nos comentó: “Recuerdo que hubo un primero de Mara Aparicio, creo que se llamaba la autora, que se refería a no sé qué de “La Manuela Marcial”; el del año pasado se le dio a una nieta del catedrático don Antonio Silva…, creo que se llama Pilar o Piedad Silva, pero no me acuerdo del título. De los otros, quizás haciendo memoria…”
Ello puede servir de botón de muestra para estimar la trascendencia a nivel popular que tienen entre nosotros los premios “Cáceres” de novela corta, que —por otra parte— llevan ya hecho su rodaje y en el mundillo literario nacional tienen sin duda un predicamento, pero ¿por qué no han ganado la calle cacereña?; porque, oiga, lo cierto es que aquí cada uno de nosotros nos deberíamos saber, más o menos, al dedillo, los títulos y autores de las seis versiones que hasta el momento ha tenido el premio. Es más, llevando como llevan el nombre de la ciudad, no debería faltar un ejemplar de cada uno de ellos en cada casa cacereña.
Esto desde luego no es achacable a los organizadores, que bastante tienen con haberlos mantenido a lo largo de un montón de años, sino más bien al propio pueblo. Nos imaginamos que si estos premios se dieran —pongamos por caso— en Gerona, un mes antes en todas o casi todas las librerías de la ciudad y en sus escaparates,  habría paneles con ejemplares de los premios pasados especificando el año, y hasta una interrogación en el lugar que debería ocupar el de este 1980. Quien dice las librerías, puede decir cualquier comercio con escaparates. ¿No se hace eso con los trofeos o copas de las competiciones deportivas? ¿Por qué no puede hacerlo con las competiciones literarias que llevan el nombre de la ciudad?
Conste que no queremos quitar importancia al premio —que la tiene—, lo que sí queremos señalar es que a nivel calle, el comercio y cada uno de los cacereños deberían ser promotores y divulgadores de estos premios, para que no puedan decirnos —con cierta razón— “que aquí no estorba lo negro”, refiriéndose, claro, al poco hábito de lectura, etc., etc.
El impulso de los organizadores es bueno, pero si el cacereño de la calle —comercio, industria, etc.— no ayudan a su divulgación, el premio habrá conseguido sólo una divulgación elitista, que no es la única que debe conseguir…
Diario HOY, 26 de octubre de 1980.

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