Yo no dudo del origen fenicio de los catalanes cuando veo que entre
los españoles, en plan comercial, no hay “quien les eche la pata” —como suele
decirse— y sacan tajada de cada situación por nimia que sea. No me voy a
remontar a la “operación” montada desde hace casi un siglo para llevarse de
Extremadura los lavaderos de lanas y las manufacturas del corcho, ni tampoco la
sistemática obstrucción a que paños como los de Torrejoncillo o Béjar le puedan
hacer la competencia, haciendo desaparecer unos y haciendo la vida casi
imposible a otros. La cosa es más de ahora. Cuando nuestros emigrantes en
Cataluña se inventaron la bandera de Extremadura, uniendo los colores de los
equipos de fútbol de las dos capitales, los primeros que comenzaron a fabricar
banderas extremeñas fueron los catalanes (que las siguen fabricando y vendiéndolas
sacándose sus buenas pesetas) igual que fabrican y venden llaveros con la
bellota extremeña tricolor, insignias para solapa y coche y otros muchos símbolos,
no sólo de nuestro regionalismo, sino de todo el regionalismo de España. O sea,
que el regionalismo nos lo inventamos los demás, pero ellos lo comercializan,
porque estoy seguro que muy pocas banderas, distintivos e insignias de
Extremadura se fabrican en nuestra región —por no decir ninguno— sino en
Cataluña, como sospecho que pase con el resto de los regionalismos del país.
Listos que son los tíos y buscadores de una pasta donde la haya. Pero
son también ingeniosos, y por ello tengo que decir que a mí no me caen mal.
Prueba de lo que digo, puede ser lo que ahora voy a contarles, que lo
he aprendido de un extremeño que es emigrante en Cataluña, y en estas
vacaciones me lo ha contado. Ustedes saben a lo que se llama “café irlandés”,
se trata de una bebida compuesta de café, nata o helado de nata y whisky, que
suele tomarse ahora mucho. Pues bien, un “barman” catalán se ha sacado de la
manga lo que él llama “café extremeño”, que está siendo muy aceptado entre nuestros
emigrantes y que acabará siendo aceptado por todos nosotros. El “café
extremeño” lleva una mezcla de bebidas que implica los colores de nuestra
bandera. Se hace de la siguiente forma —tomen nota—: café, negro; nata o helado
de nata, blanco y “pipermín”, verde… Todo ello mezclado tiene un sabor así como
de dentífrico, pero no está malo… Para que vean ustedes que hasta en Cataluña
tienen que levantarnos nuestras bebidas regionales, porque estamos seguros que
el invento va a pegar… y si no al tiempo.
Diario HOY, 6 de enero de 1981
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.