miércoles, 7 de junio de 2017

Un gitano con cultura y categoría


Mi buen amigo Pepe Richoly, que mañana por cierto va a dar en Cáceres un concierto sobre música antigua, dice que tiene “una pata blanca y otra negra” para indicar que tiene sangre gitana y que pese a haber escalado las más altas cimas musicales en lo que a la guitarra se refiere, sigue sintiéndose gitano. Como gitano le trato y le estimo desde hace años y por haber calés de su categoría profesional y humana, me duele la discriminación que alguna vez se hace con su raza, a la que sólo vemos como “robaburros” o marginados, cuando —y él es un caso— con cultura y educación pueden llegar a las más altas cumbres profesionales. No os voy a explicar su historia artística, sino a decir que con guitarra clásica o flamenca ha llegado a dar conciertos en las principales capitales del mundo, que fue aplaudido en Berlín por Konrad Adenauer y hasta fue profesor de guitarra de Brigitte Bardot y Charlton Heston, entre otros famosos.

Habría que revisar la historia de los gitanos y darles la ocasión, que aún no han tenido, de integrarse en la sociedad y cultura españolas. Una historia secular de persecuciones no puede dar otros resultados que los de la marginación que ahora padecen.

A grandes rasgos, según parece, los gitanos llegan a España entre el siglo XIV y el XV; se trata de un pueblo peregrino, dirigido por uno que se hace llamar “Conde de Egipto” y al que los reyes españoles conceden ciertos privilegios. Al mismo tiempo, por la zona de Barcelona entra otro grupo dirigido por el “Conde Paulus del Pequeño Egipto”. “Pequeño Egipto” se llamaba entonces a la zona de Siria, Grecia, Chipre y terrenos vecinos, y de ahí su nombre de “egiptanos”. Los Reyes Católicos publican una pragmática para que vivieran en las villas y tuvieran un oficio, pero ellos no aceptan el dejar de ser nómadas, por lo que se les retiran todo los privilegios que se les dieron a finales del siglo XV, y se monta una persecución que llega casi hasta nuestros días… Yo me pregunto, ¿qué hubiera pasado de haberlos dejado con su nomadismo y haberles dado otro trato? Muestras de su valía hay muchas, y mi buen amigo Richoly puede ser un ejemplo, porque su música, por universal, la entienden tanto payos como gitanos, ya que la cultura no tiene ni raza ni color,  que no sólo panderetas y castañuelas saben tocar los gitanos que, de algún modo, han aportado y aportan su grano de arena ala cultura española.

Diario HOY, 30 de noviembre de 1980


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