Mi buen amigo Pepe Richoly, que mañana por cierto va a dar en Cáceres
un concierto sobre música antigua, dice que tiene “una pata blanca y otra
negra” para indicar que tiene sangre gitana y que pese a haber escalado las más
altas cimas musicales en lo que a la guitarra se refiere, sigue sintiéndose
gitano. Como gitano le trato y le estimo desde hace años y por haber calés de
su categoría profesional y humana, me duele la discriminación que alguna vez se
hace con su raza, a la que sólo vemos como “robaburros” o marginados, cuando —y
él es un caso— con cultura y educación pueden llegar a las más altas cumbres
profesionales. No os voy a explicar su historia artística, sino a decir que con
guitarra clásica o flamenca ha llegado a dar conciertos en las principales
capitales del mundo, que fue aplaudido en Berlín por Konrad Adenauer y hasta
fue profesor de guitarra de Brigitte Bardot y Charlton Heston, entre otros
famosos.
Habría que revisar la historia de los gitanos y darles la ocasión, que
aún no han tenido, de integrarse en la sociedad y cultura españolas. Una
historia secular de persecuciones no puede dar otros resultados que los de la
marginación que ahora padecen.
A grandes rasgos, según parece, los gitanos llegan a España entre el
siglo XIV y el XV; se trata de un pueblo peregrino, dirigido por uno que se
hace llamar “Conde de Egipto” y al que los reyes españoles conceden ciertos
privilegios. Al mismo tiempo, por la zona de Barcelona entra otro grupo
dirigido por el “Conde Paulus del Pequeño Egipto”. “Pequeño Egipto” se llamaba
entonces a la zona de Siria, Grecia, Chipre y terrenos vecinos, y de ahí su
nombre de “egiptanos”. Los Reyes Católicos publican una pragmática para que
vivieran en las villas y tuvieran un oficio, pero ellos no aceptan el dejar de
ser nómadas, por lo que se les retiran todo los privilegios que se les dieron a
finales del siglo XV, y se monta una persecución que llega casi hasta nuestros
días… Yo me pregunto, ¿qué hubiera pasado de haberlos dejado con su nomadismo y
haberles dado otro trato? Muestras de su valía hay muchas, y mi buen amigo
Richoly puede ser un ejemplo, porque su música, por universal, la entienden
tanto payos como gitanos, ya que la cultura no tiene ni raza ni color, que no sólo panderetas y castañuelas saben
tocar los gitanos que, de algún modo, han aportado y aportan su grano de arena
ala cultura española.
Diario HOY, 30 de noviembre de 1980
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