lunes, 5 de junio de 2017

Un “week end” pródigo en vestuarios


El “week end”, como dicen los ingleses y los cursis, o el fin de semana, como decimos los que no sabemos inglés, ha sido pródigo en Cáceres en lo que a las prendas de vestir y de calzar se refiere, La prensa lo ha dicho: “El vicepresidente de la Comunidad Económica Europea vino a ponerse las botas en Cáceres”. En su viaje de incógnito a nuestra ciudad compró unas en un establecimiento de la calle Pintores, que estamos seguros se apresurará a poner un cartel en sus escaparates que, más o menos diga: “Proveedor de la CEE”. Por otra parte, y ya de una forma figurada, Pedro Cañada se quedó “compuesto y sin partido”. Pero donde la cosa va a tener una mayor trascendencia en lo referido a ropa es en el viaje que, casi de incógnito, ha hecho nuestro alcalde don Manuel Domínguez —este fin de semana precisamente— a Irlanda, para ajustar el hermanamiento con una ciudad de aquel católico país y Cáceres. Nos han dicho, y de muy buen a tinta, que nuestro alcalde se va a traer una falda (masculina) y una gaita de aquella entrañable nación. “Pero, oiga, dirán ustedes, que los de las faldas son los escoceses y no los irlandeses”. Pues no, amigos nuestros, también usan falda los irlandeses porque uno, siendo aún niño, vio desfilar por Cáceres a una banda irlandesa, que acompañaba a un cuerpo de voluntarios legionarios de aquella nacionalidad, y llevaban sus faldas y sus gaitas, como las llevan los escoceses y como las llevaban de antiguo los griegos, aunque ahora las escocesas, las irlandesas y hasta las griegas, usen pantalones, mientras escoceses, irlandeses y griegos sigan con las faldas para las grandes ocasiones.
No sabemos si don Manuel se pondrá después la falda y tocará la gaita para recibir a los posibles hermanos —o “jumelados”— irlandeses; lo que sí decimos es que en Cáceres hay todavía un amplio recuerdo de aquellos irlandeses que estuvieron  aquí en nuestra guerra civil, quedándose muchos de ellos enterrados en nuestro cementerio donde alguna organización de excombatientes de aquel país ha venido a rendirles homenaje. Todavía en la iglesia de Santo Domingo hay una lápida trilingüe que reseña su paso por nuestra ciudad. En fin, que, quizás más que con Francia, hay motivos antiguos para un “jumelaje”, aunque no queramos hacer de menos a los galos, ni a ninguno otro de los que nos llaman hermanos.
Diario HOY, 18 de noviembre de 1980

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