martes, 6 de junio de 2017

Van a cobrarnos hasta los nitritos


Para todo hay que tener el don de la oportunidad, o al menos no ser inoportuno porque uno se expone a caer mal, por mucha razón que lleve. Este es el caso de la subida del agua en Cáceres, que nos llega a continuación inmediata del “bodrio” de los nitritos y de la demostración palpable que su potabilidad está, como quien dice,  “rozando el poste”, o sea, en entredicho. Que a uno le suban algo que es aceptable y bueno y que da gusto beberse, es hasta lógico, pero que le suban lo que ha servido de polémica ciudadana y ha habido que recurrir hasta a pruebas de laboratorio e informes para que la sigamos bebiendo, es —cuando menos— inoportuno.
“¿Es que intenta también cobrarnos los nitritos?”, se pregunta el ciudadano cacereño, para agregar: “Si nos la dieran con litines, como se hacía antiguamente, puede pasar, pero mira tú que con nitritos y más cara…”
¿Pero qué puede hacer el vecino, aparte de protestar?, porque oiga, el servicio debería llamarse “Servicio Monopolizado de Aguas”, y no municipalizado (por favor, linotipista, ponga “Monopolizado”, no me haga lo de ayer que me puso “rojo” por “¡ojo!”, y uno no enseña todavía la oreja); en fin, que el Servicio hace como los comercios de comestibles que daban la ración en los años del hambre, que te decían “Si lo quieres lo tomas y si no ayunas…, porque como no hay otra cosa.” Si siguieran existiendo la Fuente del Concejo, Rocha o Fuente Fría —esta última que, según Boxoyo, hasta tenía propiedades curativas de la vista— otro gallo nos cantaría, pero como tenemos sólo el Servicio Monopolizado de Agua (ojo otra vez, linotipista), así nos van las cosas…
Y lo malo es que vamos cada día más a los monopolios. En la subida del teléfono—por mucho que pueda hacer don Antonio García Pablos— nos pasará igual, que acabarán diciéndonos: “¿Qué no paga el teléfono?... pues hable por un canuto.”
Y hasta me sospecho que a la larga, si nos quedamos sin el matadero viejo y no hacemos otro, habremos conseguido otro monopolio más con el que a la larga puede “dolernos la cabeza”, y quiera Dios que no nos duela la tripa…
Ojalá que nos equivoquemos, pero las cosas comienzan por poco y luego “toman excremento”, que es lo peor de todo.
Diario HOY, 23 de noviembre de 1980

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