Para todo hay que tener el don de la oportunidad, o al menos no ser
inoportuno porque uno se expone a caer mal, por mucha razón que lleve. Este es
el caso de la subida del agua en Cáceres, que nos llega a continuación
inmediata del “bodrio” de los nitritos y de la demostración palpable que su
potabilidad está, como quien dice,
“rozando el poste”, o sea, en entredicho. Que a uno le suban algo que es
aceptable y bueno y que da gusto beberse, es hasta lógico, pero que le suban lo
que ha servido de polémica ciudadana y ha habido que recurrir hasta a pruebas
de laboratorio e informes para que la sigamos bebiendo, es —cuando menos—
inoportuno.
“¿Es que intenta también cobrarnos los nitritos?”, se pregunta el
ciudadano cacereño, para agregar: “Si nos la dieran con litines, como se hacía
antiguamente, puede pasar, pero mira tú que con nitritos y más cara…”
¿Pero qué puede hacer el vecino, aparte de protestar?, porque oiga, el
servicio debería llamarse “Servicio Monopolizado de Aguas”, y no municipalizado
(por favor, linotipista, ponga “Monopolizado”, no me haga lo de ayer que me
puso “rojo” por “¡ojo!”, y uno no enseña todavía la oreja); en fin, que el
Servicio hace como los comercios de comestibles que daban la ración en los años
del hambre, que te decían “Si lo quieres lo tomas y si no ayunas…, porque como
no hay otra cosa.” Si siguieran existiendo la Fuente del Concejo, Rocha o
Fuente Fría —esta última que, según Boxoyo, hasta tenía propiedades curativas
de la vista— otro gallo nos cantaría, pero como tenemos sólo el Servicio
Monopolizado de Agua (ojo otra vez, linotipista), así nos van las cosas…
Y lo malo es que vamos cada día más a los monopolios. En la subida del
teléfono—por mucho que pueda hacer don Antonio García Pablos— nos pasará igual,
que acabarán diciéndonos: “¿Qué no paga el teléfono?... pues hable por un
canuto.”
Y hasta me sospecho que a la larga, si nos quedamos sin el matadero
viejo y no hacemos otro, habremos conseguido otro monopolio más con el que a la
larga puede “dolernos la cabeza”, y quiera Dios que no nos duela la tripa…
Ojalá que nos equivoquemos, pero las cosas comienzan por poco y luego
“toman excremento”, que es lo peor de todo.
Diario HOY, 23 de noviembre de 1980
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