Y luego dicen que la gente no lee en Extremadura. Hombre, si las
facilidades que se dan aquí requieren retrasos de 40 años… —que no se los salta
la torera ni la propia RENFE, tan acostumbrada a ellos— ustedes me dirán.
Como ustedes adivinarán me estoy refiriendo a la nueva Biblioteca
Pública Estatal, a la que nosotros corrientemente llamamos “Casa de la
Cultura”, cuyas gestiones comenzaron hace una cuarentena de años, con solar
cedido por la Diputación hace 35, y que ayer mismo —en rueda de prensa— se dijo
que las obras comenzarían antes de finales de año, con un presupuesto de 98
millones, y que estarán terminadas para finales del año próximo.
El problema era que la Diputación, “harta de esperar”, había pedido la
reversión del solar, si no comenzaba la obra antes de finales de año, y ante
este último plazo perentorio —porque ha habido otros muchos— se la ha dado un
procedimiento de urgencia que ya veremos en qué queda.
Con esto pasa como con la caza, que estás todo el día pateando el
terreno sin ver un bicho y otro que acaba de bajarse del coche le sale, lo
mata, y tiene la caza hecha en un momento. Porque, oiga, no ha llorado
nada Víctor Gerardo, el bibliotecario, porque
esto se hiciera pero sin conseguirlo y llega mi buen amigo Teófilo, el delegado
de Cultura, le sale la pieza, la tira y la mata. Y lo que me alegro yo del asunto,
porque aquí no vamos a “matacuelga”, porque la “pieza” la vamos a disfrutar
todos y lo importante es que el milagro se haga… Pero me temo yo —y no quiero
ser “pájaro de mal agüero”— que habiendo por estos lares tanta “sinfonía
inacabada”, que causaría envidia al mismo Schubert, la cosa no va a ser tan
sencilla como pinta. De momento yo no me lo creo hasta que la vea hecha, y
conste que no dudo de la capacidad de gestión de nuestra gente, pero por no ir más
lejos ahí está el Parador de Turismo, con obra comenzada y parado; el inacabado
ferrocarril de Guadalupe; la Escuela de Hostelería que no se hizo; el aeródromo
de la “Cervera” parado, si la Diputación no lo remedia… etc., etc. Que una cosa
es predicar en las alturas, y otra dar trigo, cuando el trigo es de 98 millones
de pesetas.
¡Ojalá me equivoque!, pero yo hasta que no suba las escaleras del
inmueble y pueda sacar un libro de los 130.000 volúmenes de que se habla, no
voy a creérmelo…. A menos que se nombre una “Comisión de seguimiento y control”,
con un buen par de espuelas para azuzar a la Administración que, nada más la
dejemos, volverá a dormírsenos. Y si no, al tiempo.
Diario HOY, 29 de noviembre de 1980
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