domingo, 25 de junio de 2017

Cabezarrubia y las prestaciones personales


Alguno de los que leyó una de estas “ventanas” referidas a la “Fiesta del Árbol” y cómo había surgido en Cáceres, me ha aportado algunos detalles de aquel entonces y me ha pedido algunos datos más sobre el decidido apoyo que los ayuntamientos cacereños pasados y el propio vecindario prestaron a la repoblación forestal. Las “Fiestas del Árbol” se hacían en Cáceres cuando era alcalde don Antonio Canales, que personalmente solía presidirlas. Y por el sistema “festero-escolar” del que hablábamos, fueron implantados los jardines de la plaza de Italia, que entonces se llamaba “Peña Redonda” y ahora se va a llamar del Alcalde Canales; el “Perejil”, que hoy se llama Delicias; “El Triángulo”, que hoy se llama Plaza de América o Cruz de los Caídos, y algún otro punto de la ciudad. Pero posteriormente a aquello, quizá en plena guerra civil o poco tiempo después de ella, se hicieron en los alrededores de la ciudad algunas repoblaciones más de arbolado —siguiendo la idea que había implantado el alcalde Canales— pero orientándola de forma distinta. Toda la repoblación del Cerro de Cabezarrubia, que hoy es un frondoso pinar, se hizo entonces.
En aquel entonces Cabezarrubia era un cerro pelado de mucho suelo calizo, un verdadero pedregal, en el que solo había saltamontes y alacranes; pues bien, entonces se impusieron al vecindario —creo que a los cabezas de familia— unas “prestaciones personales” que consistían en ir unas jornadas a plantar pinos a “Cabezarrubia” o a “El Rodeo”. Como suele suceder en estas cosas, el que teniendo dinero no quería cavar hoyas de pino, pagaba una cantidad y se libraba del compromiso (se decía que esa cantidad se destinaba a dar jornales para el mismo fin), pero lo cierto y verdad es que lo “cacereño y patriótico” —que entonces andaban así las cosas, unidas— era ir a cavar y plantar pinos en el lugar que a cada cual le correspondía. Por ese sistema se plantaron los pinos de “Cabezarrubia”, que sí arraigaron, y se plantaron otros muchísimos más en todo “El Rodeo”, que no arraigaron porque el ganado se los comía y se tuvo menos cuidado con ellos. La idea fue bonita, aunque creo que excepto lo conseguido en “Cabezarrubia”, contra todo pronóstico, poco más se consiguió; pero mereció la pena el intento y hay que decir que aunque a muchos les caían mal aquellas “prestaciones personales”, con ellas se consiguió una concienciación de la importancia del árbol para todos, de la que ahora carecemos, Hoy es el ICONA, o algún otro organismo el que hace todo, más técnicamente, es cierto, pero de forma bastante menos personal que aquella.
Diario HOY, 9 de abril de 1981

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