domingo, 18 de junio de 2017

Conjunción y buen ritmo


Aquí vamos a andar la mar  de divertidos dentro de muy poco, porque la Diputación va a poner la música, y el Ayuntamiento la danza Lo decimos porque ya habrán ustedes leído ambas noticias: la Diputación está montando en el auditorio de San Francisco lo que se considera el mejor órgano musical de Europa —que para eso se le ha encargado a los americanos que son los que hacen las cosas mejores en nuestro continente— y por su parte el Ayuntamiento ha creado su escuela de danzas folklóricas que se ha instalado en un sitio tan simbólicamente cacereño como la Torre de Bujaco.
Pienso yo que si con la música de uno y las danzas del otro logran ponerse de acuerdo, vamos a alcanzar unos ritmos futuros que para sí quisieran otras provincias.
Lo que nos ha extrañado es que el grupo socialista de la  Diputación no haya salido al paso de la instalación de ese órgano cuando por motivos más nimios y más baratos —como es el coche del presidente— salen a la palestra. Aquí, si analizamos bien el asunto, habría más materia para haber puesto “pegas”. Un coche se pone en un milloncejo más o menos —que no va a ningún lado, para una Corporación como la nuestra—, pero los casi veinte millones de un órgano musical son ya tajada más grande, aparte de que puede hasta sacársele punta a eso de que lo monten los americanos. Si la protesta la orientan con que puede ser hasta una “nueva base musical” americana, o un primer paso disimulado hacia el ingreso en la OTAN con envío de material americano, aunque sea musical, bien buenos dolores de cabeza le hubieran podido levantar a don Jaime y, sobre todo, en asunto nuevo porque el de los 35.000 millones ya está muy manoseado. En fin, allá ellos, que yo por mi parte no quiero dar “triunfos” a nadie, sino más bien comentario. Lo que sí digo es que me alegra este despliegue musical y danzarín de nuestras corporaciones que hasta hace poco confesaban que no tenían dinero ni para “mandar cantar a un ciego” y ahora van a mandar tocar a los americanos. ¿Qué dirán en sus tumbas Calixto y Miguel, aquellos dos semi-invidente cacereños que tocaban la guitarra y el clarinete por las esquinas? Como recordarán algunos, no se perdían un bautizo, un santo o cualquier otra celebración cacereña donde hacía falta música. Calixto era tuerto y era el que iniciaba la “pieza”, dando tres golpes y diciendo: “Vamos Miguel”… Pues bien, si se unen Jaime y Pepe Blanco me los imagino diciendo, tras de los tres golpes: “¡Vamos allá, Jaime!”… Conjunción y buen ritmo, que es lo que hace falta.
Diario HOY, 24 de febrero de 1981

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