sábado, 24 de junio de 2017

Don Leopoldo “el Pragmático”


Don Leopoldo “el atómico” cruzó como un meteoro nuestra provincia: Entró por el foro, apretó el botón y fuése, todo como en el “apunte” de una obra de teatro para aficionados. Aficionados nosotros, claro, porque líbrenos Dios de llamar aficionado a don Leopoldo que, a decir verdad, creemos que es hombre político que comienza a ir al grano y, como aquí —con rapidez— no había otra cosa que hacer sino apretar el botón de la nuclear, lo apretó y andando. Dicen incluso que fue tan realista, que cuando se le habló de la sequía más o menos comenzó que una sequía tan pertinaz como la de la lluvia la sufrían las arcas de la Administración… A muchos de nuestros paisanos les ha molestado este realismo, pero yo confieso que, si no había otros logros reales en cartera, hizo lo que “su papel” ponía y no “morcilleó” con promesas que en dicho papel, al menos, no estaban contempladas, pues de hacerlas —las promesas—, ni él mismo sabría cómo iban a cumplirse. Lo que nos importa, o debe importarnos a los extremeños en general y a los cacereños en particular, es que se cumplan las que ya nos hicieron, porque agregar nuevas promesas a una lista incumplida es fácil, pero no sirve prácticamente para nada. Cada cual tiene su criterio, y todos son muy respetables, pero yo confío que me agrada el pragmatismo del actual presidente del gobierno, aunque en algunos aspectos no nos beneficie y aunque mis paisanos le hayan comenzado a llamar “Don Leopoldo el atómico” por su rápida aparición en la “escena extremeña” y su desaparición tras apretar el botón de marras.
Alguno recordará a cuenta de ello la anécdota ocurrida aquí, hace ya años, con un grupo de aficionados al teatro que montaron una obra dando un papel rapidísimo a uno de ellos, que no tenía que hablar en escena, sino solo hacer en silencio lo que el “libreto” ponía, pero él que se había acostumbrado a hacer los ensayos diciendo —aunque los demás creían que era por broma— el día del estreno, uniendo la acción a la palabra dijo: “Juan Palomar, entra por el foro, apaga la luz y vase…”
Conste que ello es una simple anécdota sin mayor transcendencia, que don Leopoldo no apagó la luz, sino apretó el botón que era en realidad a lo que había venido, por lo que no hay parangón entre la anécdota teatral y su visita a nuestra tierra… Lo que sí pienso es que: si de las promesas que se nos hicieron anteriormente no se cumplen todas, o la mayoría de ellas, seremos nosotros los que tendremos que hacer como Juan Palomar, o sea: “apagar la luz e irnos por el foro”.
Diario HOY, 1 de abril de 1981

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