Don Leopoldo “el atómico” cruzó como un meteoro nuestra provincia:
Entró por el foro, apretó el botón y fuése, todo como en el “apunte” de una
obra de teatro para aficionados. Aficionados nosotros, claro, porque líbrenos
Dios de llamar aficionado a don Leopoldo que, a decir verdad, creemos que es
hombre político que comienza a ir al grano y, como aquí —con rapidez— no había
otra cosa que hacer sino apretar el botón de la nuclear, lo apretó y andando.
Dicen incluso que fue tan realista, que cuando se le habló de la sequía más o
menos comenzó que una sequía tan pertinaz como la de la lluvia la sufrían las
arcas de la Administración… A muchos de nuestros paisanos les ha molestado este
realismo, pero yo confieso que, si no había otros logros reales en cartera, hizo
lo que “su papel” ponía y no “morcilleó” con promesas que en dicho papel, al
menos, no estaban contempladas, pues de hacerlas —las promesas—, ni él mismo
sabría cómo iban a cumplirse. Lo que nos importa, o debe importarnos a los
extremeños en general y a los cacereños en particular, es que se cumplan las
que ya nos hicieron, porque agregar nuevas promesas a una lista incumplida es
fácil, pero no sirve prácticamente para nada. Cada cual tiene su criterio, y
todos son muy respetables, pero yo confío que me agrada el pragmatismo del
actual presidente del gobierno, aunque en algunos aspectos no nos beneficie y
aunque mis paisanos le hayan comenzado a llamar “Don Leopoldo el atómico” por
su rápida aparición en la “escena extremeña” y su desaparición tras apretar el
botón de marras.
Alguno recordará a cuenta de ello la anécdota ocurrida aquí, hace ya
años, con un grupo de aficionados al teatro que montaron una obra dando un
papel rapidísimo a uno de ellos, que no tenía que hablar en escena, sino solo
hacer en silencio lo que el “libreto” ponía, pero él que se había acostumbrado
a hacer los ensayos diciendo —aunque los demás creían que era por broma— el día
del estreno, uniendo la acción a la palabra dijo: “Juan Palomar, entra por el
foro, apaga la luz y vase…”
Conste que ello es una simple anécdota sin mayor transcendencia, que
don Leopoldo no apagó la luz, sino apretó el botón que era en realidad a lo que
había venido, por lo que no hay parangón entre la anécdota teatral y su visita
a nuestra tierra… Lo que sí pienso es que: si de las promesas que se nos
hicieron anteriormente no se cumplen todas, o la mayoría de ellas, seremos
nosotros los que tendremos que hacer como Juan Palomar, o sea: “apagar la luz e
irnos por el foro”.
Diario HOY, 1 de abril de 1981
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