viernes, 23 de junio de 2017

El amigo Martín y la zanja de marras


Martín es un obrero que contrató un amigo mío para que le hiciera unos trabajos en determinada parcela de su propiedad. Martín era un hombre que daba gusto tratarle, porque a su natural dicharachero y hablador, unía los muchos conocimientos que había adquirido en su época de emigrante en Holanda, Alemania, Francia y montón de países europeos que según él se conocía al dedillo, Alguna vez estuve con mi amigo viendo “trabajar” y escuchando al simpatiquísimo Martín.
Había que comenzar el trabajo por hacer una zanja en la parcela, pues bien, mi buen Martín se escupía las manos, empuñaba el mango del pico y antes de dar el primer picotazo comenzaba:
“Que digo yo, don Lorenzo (nombre de mi amigo), que esta zanja querrá usted que cruce todo el predio, pero no hará falta que sea muy profunda, porque si lo que aquí se va a enterrar son cañerías, usted me dirá que haremos cuando surja un avería, porque para cañerías las que se hacen en  Europa. Recuerdo que estando en Alemania nos llevaron unas de una materia nueva que creo que llamaba “polileche” o algo así: acababa de inventarse y como eran nuevas…” Y así continuaba dale que te dale a la lengua, pero sin acordarse del pico.
No era su caso el de aquél del chiste que le buscaba en la empuñadura “el mecanismo” al pico para que trabajara solo, porque Martín era un buen trabajador y un mejor teórico. Si alguna vez, mi amigo desesperado de tanta charla, le sugería:
— Venga, Martín, que hay que terminar—, él le respondía:
— Un respiro, don Lorenzo, que las cosas no pueden hacerse a tontas y a locas.
Volvía a escupirse las manos, picaba una o dos veces, y volvía con su charla:
“Pues ya ve usted lo que son las cosas, en Holanda, donde por cierto no nos quieren a los españoles…” y bla, bla, bla, hasta que el tiempo y la luz se habían concluido. Lo que sí digo es que las manos y la empuñadura del pico debieron quedar bien lustradas, aunque el trabajo avanzara poco.
Pues bien, pensando yo en los gobiernos que hemos tenido en la democracia, me recuerdan mucho al amigo Martín, por aquello de escupirse las manos y “darle hilo al carrete” y picar más bien poco en muchos temas que pueden comenzar por el terrorismo y acabar por el paro.
Ahora parece que el actual se ha escupido la manos y ha empuñado el pico…, esperemos que esta vez se decida a hacer la zanja.
Diario HOY, 25 de marzo de 1981

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