lunes, 19 de junio de 2017

El bastón de mi vecino


Mi ventana y casi todas las de la ciudad permanecieron con luz toda la noche; yo podría decir que mis convecinos —incluyéndome yo en ellos— no hemos dormido pendientes de la radio y la televisión y de las noticias nacionales que por ellas pudieran llegarnos. Puede que alguno diera alguna cabezada mientras trataba de adivinar lo que pasaba a nivel nacional en esas dos ventanas de la noticia que eran la “tele” y la radio, perolas luces no se apagaron hasta casi llegar la amanecida.
No vamos a entrar en los hechos sucedidos que ya sabe todo el mundo, pero el que más y el que menos —con el susto consiguiente— por teléfono inquiría noticias de la familia que estaba fuera del hogar.
Aunque comentarios había para todos los gustos, se escuchaba más que se comentaba y si acaso, con el vecino del piso de al lado había algún diálogo, pero siempre sin abandonar el receptor por donde nos llegaban las noticias. Las conversaciones giraban en torno a ello:
“Oye, podéis prestarme un prolongador, es que Cheli quiere irse a la cama, pero como en la alcoba no tenemos enchufe y quiere seguir viendo la tele.”
Estas y otras por el estilo eran las peticiones de vecino a vecino de los pisos próximos, pero cada cual permanecía en su casa con la oreja y el ojo puesto en lo que sucedía a nivel nacional.
A mí lo que más me ha asombrado es que el vecino del piso de arriba, no haya pegado con el bastón en el suelo.
Mi vecino es hombre que se acuesta temprano y al que parece que le molesta el ruido de una mosca, y yo no sé si porque uno es un poco “hipoacusico” o porque trasnocha demasiado, lo cierto y verdad es que nada más que dan las diez de la noche, y tengo puesta la “tele” o la radio a un volumen que yo estimo normal, pero que él no, comienza a dar bastonazos en el suelo de su casa que es el techo de mi piso… y siempre hay el comentario lógico
“Oye, baja eso, que el señor García debe haberse acostado, y ya está como todas las noches.”
El señor García no tiene muy buenas pulgas, y lo que a mí me ha extrañado es que en la noche no haya sonado su bastón, porque la verdad —lo confieso— esa noche yo no he bajado el volumen de mis receptores y él no ha piado, no sé si es que se ahorraba fluido escuchando lo mío o es que el hombre no ha pegado ojo, como cada cual. Hoy, por si acaso, bajaré el volumen antes.
Diario HOY, 25 de febrero de 1981

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