martes, 27 de junio de 2017

El bombardeo de Cáceres

Me lo ha recordado la estancia de la Virgen de la Montaña en Santa María, porque también estaba aquí la imagen cuando sucedió el bombardeo de Cáceres por la aviación republicana, precisamente, el 23 de julio de 1937. Fue el único hecho sangriento de guerra en Cáceres, porque no hubo más bombardeos con víctimas, y me parece raro que los historiadores locales hayan tendido un velo de silencio sobre lo que conmovió al Cáceres de aquel entonces. Alguna vez he pensado que como fue un hecho que se cobró una treintena de víctimas inmediatas y trajo el luto a gran cantidad de familias cacereñas se ha preferido no tocarlo y olvidarse de él, como si no hubiera ocurrido. Pero ocurrió, y como es historia no está mal que sin tratar de ahondar en heridas de ningún tipo recordemos lo acaecido. Estaba aquí el  Cuartel General de Franco y en una guerra como la que vivíamos eran lógicos —aunque no deseables— estos hechos. Cáceres, donde nunca había ocurrido nada en un año largo de contienda, vivía alegre y confiado. La Virgen estaba en Santa María y un cordón incesante de cacereños —como ocurre ahora— la visitaban a cualquier hora del día.
Sobre las once de la mañana (hay versiones que dicen que fue a las 9,30) * una formación de bombarderos republicanos “Katiuskas” en una sola pasada dejó caer sus bombas sobre la ciudad. Se dijo que un pequeño cañón antiaéreo que había en el campo de aviación (desmontado de un barco) logró colocar algunos impactos en la formación de bombarderos, que desistieron de una segunda pasada. Por los impactos de las bombas podía seguirse su trayectoria: dos cayeron ante las puertas de la Concatedral, siendo su metralla la que más víctimas causó; otra destruyó la fachada del Palacio de Mayoralgo, que se reconstruyó posteriormente, otra más cayó en el Rincón de la Monja, otra en las traseras del Ayuntamiento, destruyendo una churrería que había en la plazuela de las Piñuelas y causando algunas víctimas; otra ante el Ayuntamiento, destruyendo la casa que estuvo en la esquina de la entrada a la Plaza, por Defensores del Alcázar que habitaba Mateo Laporta y que produjo la muerte a su esposa y así seguía el reguero de impactos hasta las huertas de la rivera, no explotando algunas de ella, que hubo que explosionar posteriormente. Dos de las casas destruidas no volvieron a reconstruirse, como son las de Defensores del Alcázar y la de Las Piñuelas, quedando el terreno que ocuparon para ensanche de las vías urbanas. Son cosas pasadas, pero merecen recordarse.
Diario HOY, 29 de abril de 1981
* Lo inserto en azul está escrito, de puño y letra de Fernando García Morales, en su colección personal de estas “Ventanas”.

2 comentarios:

  1. El bombardeo fué a las 9,30 de la mañana, lo recuerdo perfectamete ya que acababa de levantarme, tenia entonced 9 años y vivia en la estación del ferrocarril y toda la familia nos bajamos al vestibulo de viajeros

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