miércoles, 21 de junio de 2017

El miedo de Don Quijote


— “¡Que no son gigantes, mi señor don Quijote, ni siquiera molinos, para que usted los embista; téngase en vuestra cabalgadura y no le busque menos pies al gato de los que tiene!”
— “Pues paréceme a mi, hermano Sancho, que son gigantes y bien gigantes, porque allí veo a Briareo, el de los mil brazos, con toda la caterva de sus seguidores, haciendo gestos de pelea que me incitan a arremeterle.”
— “Cúrese mi señor de hacerlo, porque se trata del Impuesto de la Renta de las Personas Físicas que se nos viene encima con su corte de cuadrilleros, barberos, corchetes  y sangradores que hay que tener por buenos y echar las barbas a remojar si no queremos entregar el alma con la sangría.”
— “Físico ha habido, amigo Sancho, que por abusar de la lanceta quedó tieso a más de uno y más de dos, por lo que es prudente tu consejo de rechazar pelea o buscar un atajo, no sea que quedemos aquí la piel de caballeros andantes, que nos debemos a cosas de más empinado estilo. Pero tengo yo para mí que esta es otra broma del mago Festón, que tanta ojeriza me tiene y me ha convertido esos molinos en la corte que tú señalas.”
— “No hay tal encantamiento, mi señor, que por esta ciudad hasta han comenzado unas charlas-coloquio para que cada cual haga su propia “sangría” sin dar lugar a que los sangradores oficiales apliquen su lanceta con más profundidad de la que sería de desear, porque a ellos en sus oficios no les duelen prendas, y cada cual es dueño de su casa y arte, de pasarse en demasía.”
— “No sé yo, Sancho amigo, cuántos azumbres de sangre se exigirán a un caballero andante de mi traza, que la va dejando a chorros en sus aventuras de desfacer entuertos, y si esa regada tiene rebaja en su demasía, con la que ellos exijan.”
— “No sé, señor, porque lo que vos llamáis gigante se viene con una cartela en la que dice: “No nos engañemos, sangradores somos todos”, y otra más que reza: “Hoy te sangro más que ayer, pero menos que mañana…” Por lo que creo que es mejor que volvamos grupas y busquemos a vuestro compadre el barbero para que sea él el que con mayores conocimientos y cariño nos aplique la sanguijuelas…”
Se dice que Sancho y Quijote obraron esta vez con suma prudencia y volvieron grupas, porque hay cosas que meten miedo hasta a los más osados caballeros andantes.
Diario HOY, 13 de marzo de 1981

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