Tengo yo para mi que, si el descubrimiento de América tuvo un apoyo “oficial”
que podía reflejarse en la entrega a Colón de las tres carabelas,—acta que firmaron
los Reyes Católico en Guadalupe— y algún dinero, en el que se cuenta se
incluyeron las joyas de la reina Isabel, poco o ningún apoyo estatal tuvo lo
que pudiéramos llamar Conquista. Revisando la realizada por Hernán Cortés,
vemos que si bien el gobernador Diego Velázquez le apoyó “oficialmente” en
principio, más tarde le envió a Pánfilo de Narváez para retirarle el mando,
aunque no lo consiguiera. La conquista del Perú, llevada a cabo por nuestro
también paisano Pizarro, se hizo con dineros particulares de una sociedad,
aunque el beneficio fuera después para la Administración Oficial…, y así
podríamos contar infinidad de casos en los que el elemento “oficial” estuvo en
cierto modo al margen de la epopeya de la conquista, aunque se aprovechara más
tarde de ella, y hasta diera leyes sabias que venían a aceptar lo que eran
“hechos consumados” de unos “particulares”. Este desentenderse “oficialmente”
de lo americano ha sido una constante española, a nuestro modo de ver,
totalmente equivocada, porque si algo importante hizo España en el mundo fue la
conquista, colonización y civilización de América. Los que de algún modo hemos
tenido la ocasión de visitar la América
española, hemos palpado que lo nuestro está allí y que sin embargo lo tenemos
totalmente abandonado. Ahora nos empeñamos en poner de manifiesto nuestra
vocación europea, aunque en Europa no nos quieran, y lo hacemos en detrimento
de esa otra vocación americana que tiene un nivel popular en los “dos lados del
charco”, aunque no tenga el nivel “oficial” idóneo. Prueba de lo que decimos es
que Francia, que tantas pegas nos pone para entrar en Europa, invierte en
relaciones culturales con Hispanoamérica 50.000 millones de pesetas;
Inglaterra, 18.000; Italia, que hasta ha logrado mentalizar con el origen
italiano de Colón a media Norteamérica, 10.000 millones, y nuestra nación, que
es “la madre indiscutible” de aquellos países, no llega a los mil millones en
estas inversiones culturales… Que ello se suple con la consanguineidad de
nuestro pueblo y aquellos?, es posible; pero la cultura es una planta delicada
que si no se la “riega” puede secarse y ser comida de “las malas hierbas” que
vendrían a suplir la verdadera cultura de origen… ¿Por qué ese empecinamiento “oficial”
en lo europeo y ese olvido total de lo americano, que es lo nuestro? Meditación
esta que todos debemos hacernos.
Diario HOY, 11 de abril de 1981
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