martes, 20 de junio de 2017

El tío Pedro y su modo de ver las cosas


En contra de lo que piensa una mayoría, que suele mirar las cosas superficialmente, en nuestros campesinos, en nuestros paletos —si ustedes prefieren llamarles así—, hay una gran dosis de filosofía de la que muchas veces hemos de aprender los que nos suponemos más cultivados. Y digo que nos suponemos, porque el cultivo de la mente es darle vueltas a las cosas y en eso de darles vueltas nadie mejor que el campesino, al menos algunos campesinos, que tienen una clara inteligencia para verlas, aunque nos parezca que sólo están como quien dice, “mirando las musarañas”.
Recuerdo que mi buen amigo, fallecido ya, el poeta Alfonso Albalá, cuando eligió la carrera de Filosofía, lo decía así: “Quiero elegir una carrera en la que pueda tener tiempo para mirar las musarañas”; lo malo es que luego la vida y el trabajo te lo complican todo y uno acaba no teniendo tiempo de nada. Pero volviendo a nuestros campesinos hemos de reconocer que muchos de ellos son filósofos hechos por el mucho pensar en el silencio del campo, en el que la observación y el pensamiento sobre lo observado no se interrumpe dialogando con nadie, porque a veces solo dialogan con ellos mismos.
Este es el caso del tío Pedro, un viejo campesino que tiene su forma de decir y de pensar y que aunque a veces se expresa con una escasez lógica de vocabulario, se hace entender perfectamente. Recuerdo que hablábamos de la sequía que padecemos y de lo oportuno o no de que llegaran las lluvias para arreglar todavía algo. Él, con esa parquedad que a veces lo dice todo, opinaba:
“Que vengan para los manantíos, porque para lo demás poco van a arreglar, porque la tierra está desangrá…”
Una bella forma de hablar de la sequedad de la tierra; pero surgió la conversación lógica del fallido golpe de Estado y yo le pregunté su opinión por saber qué pensaba él del tema. Su opinión fue concreta:
“Pa mi que el grano no estaba mahuro”, me dijo.
Pensándolo bien esto es lo que ha pasado, porque grano hay, formas de curarlo, muchas, sin necesidad de llegar a un “sajado” como se intentó. Curemos por tanto el grano del que habla el tío Pedro, pero sin dar lugar a que madure, que sería lo peor que nos podía suceder.
Diario HOY, 6 de marzo de 1981

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