Si se quiere pasar ala historia como alcalde hay que hacer algo gordo
y sonado como en la antigüedad hizo el alcalde de Móstoles, declarándole la
guerra a Napoleón, o como en la actualidad lo ha hecho el alcalde de Orihuela,
don Francisco García Ortuño, rebajando los impuestos a sus convecinos. El alcalde
es de UCD, como el nuestro, y dice que “no hay porqué agravar más la crisis
económica que sufren los vecinos, subiéndole los impuestos, cuando lo
importante de un Ayuntamiento es precisamente el vecindario”. Ejemplo debería
tomar de él nuestro alcalde, don Manuel Domínguez, que, al paso que va —ya que
acaba de subirnos otra tasa— no va a encontrar los clarines de la fama que
encontrará el de Orihuela. Esos son alcaldes.
De todos modos, yo no digo que haga lo mismo, pero podría hacer algo
similar que —si sirve de sugerencia— podrían ser algo así como “unas grandes
rebajas de impuestos”. O sea que en vez de cargar a la ejecutiva, los recibos
con más subidas, y luego quedarse con un montón de ellos impagados, montar una
especie de puesto de charlatán en el atrio del Palacio Municipal y comenzar con
algo así:
—“¿Quién quiere este lote de impuestos de radicación, atarjeas, basuras
y automóvil?; no lo doy ni por una, ni por dos, ni por tres, lo doy a su justo
precio; pero a la persona que se lo lleve yo le regalo —porque ese es mi gusto
y puedo hacerlo— un pase para todos los espectáculos que se monten en el
Polideportivo; y para que no digan que este alcalde no es generoso, agrego al
lote un saxofón para la primera persona que lo pida (digo el saxofón, pero
podría decir la trompeta, porque como la banda de música está a extinguir,
pienso yo que sobran los instrumentos). ¡Quién se lleva el lote, a la una;
quién se lo lleva a las dos… ¡Venga, que estamos liquidando y no dan más en
Orihuela!”…
Cierto que para eso hay que tener un “piquito de oro” que dudo yo
tenga mi buen don Manuel, pero sin ir más allá tiene a su secretario, don Roberto, de cuyas dotes oratorias no puede
dudarse. Sólo haría falta convencerle y ya verían como movía al público con su
verborrea. Me lo imagino: “Con la venia, este lote de impuestos en los que se
incluye el expediente 196 barra, 78, lo damos en un precio que en cualquier
otro sitio nos lo quitarían de las manos, ¡ánimo y pujen señores míos, que liquidación
como ésta no la han visto los siglos!”, etc., etc., don Roberto es un buen
“peón de brega” y estamos seguros que con su saber y su “pico” no dejaría al
alcalde en la estacada. La fama está ahí, la sugerencia queda hecha, lo que
importa es que nuestro don Manuel sepa aprovecharla.
Diario HOY, 11 de marzo de 1981
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