viernes, 23 de junio de 2017

Hay que leer, aunque sea el “TBO”


Uno de los “slogans” verdaderamente estúpidos, de los muchos que ha tenido la televisión a lo largo de los años, era ese que –con el fin de promover la lectura— decía: “Un libro al año no hace daño.” Vamos, como si el libro fuera una materia perniciosa que pudiera hacer daño alguno nada más que se leyera más de la cuenta. pero no era solo la “tele” la que caía en esta inconsecuencia, sino que hace poco —y en algunos de nuestros pueblos sigue el dicho— los que se las daban de  “maestros de la vida” te soltaban a cada dos por tres el refrán de “Las novelas, no verlas”… Y conste que esta era una práctica generalizada por entender que el leer era, como mínimo, una forma de perder el tiempo.
En esta práctica hubo hasta momentos de prohibiciones absurdas, como era la de la propia “Biblia”, nuestro libro sagrado, que para leerlo había que pedir determinados permisos. Los tiempos y los modos han variado,  aunque esta materia es discutible —como cualquier otra— y puede haber alguien que argumente que  el propio “Quijote” salía al paso de la lectura de los llamados “libros de caballería” de cuyos perniciosos resultados puede derivase hasta la locura del propio “Don Quijote”.
Pero una cosa es salir al paso de los malos libros y otra muy distinta es suponer que lo pernicioso es cualquier clase de lectura, cuando a decir verdad, hasta ahora no se ha inventado un medio que pueda sustituir al libro en lo que a adquisición de cultura y conocimientos se refiere. Los otros medios, auditivos y visuales, pueden ser un complemento de la lectura, como pueden serlo los viajes, pero el libro y la lectura siguen siendo los medios más idóneos, y casi únicos, para adquirir conocimientos. El seleccionar lo que se lee viene después, pero la apetencia por leer ha de crearse antes. Recordamos a este respeto que, recién creada nuestra Facultad de Letras, un profesor de ella nos comentaba con el consiguiente asombro, que tras unas vacaciones preguntó a sus alumnos qué habían leído en ellas y algunos respondieron que ni el  “TBO”. Afortunadamente esto ha pasado a la historia, pero la verdad es que nuestro pueblo llano lee más bien poco y si queremos que su formación cultural comience tenemos que empezar por convencerles de que lean, aunque sea el “TBO”… ¿Cómo hacerlo? Ahí es donde radica la dificultad, pero pensamos que de algún modo ante las próximas “Fiestas del Libro” deberíamos comenzar a intentar algo y convencerlos de que lo pernicioso es precisamente no leer nada.
Diario HOY, 26 de marzo de 1981

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