Me llama la atención, aunque no sea nuevo, la alegría con que los
norteamericanos se toman la historia, sobre todo cuando es la historia de los
demás, aunque la suya la narran también a medida de sus deseos y arrimando
siempre el ascua a su sardina. Pero en este mundo donde la gran publicidad la
inventaron ellos y las grandes tiradas de sus periódicos anulan muchas veces la
verdad ajena, lo suyo queda sobrenadando como la nata en un vaso de leche.
Según cuenta Gustavo Valverde
desde Nueva York, el gran rotativo (grande por tirada, no por precisión) “New
York Time”, se refiere al fallido golpe de Estado ocurrido en España la noche
del 23, y tras dar su opinión, cita como antecedente lo ocurrido en España en la guerra de 1936 y
dice textualmente, cometiendo una garrafal imprecisión: “cuando otra unidad de
la misma Guardia Civil asesinó al líder monárquico José Calvo Sotelo, tío del
actual primer ministro designado, Leopoldo Calvo Sotelo”.
Pero a nuestro juicio en cuanto a historia española se queda en la
superficie y comete una garrafal imprecisión, porque quienes asesinaron a José
Calvo Sotelo en el año 36 no fueron los guardias civiles, sino un piquete de Guardias
de Asalto, Cuerpo ya desaparecido y creado no hacía mucho por la República como
fuerza de choque para salir al paso de los frecuentes disturbios. Esa fuerza
vino a sustituir a la que se llamaba “Los Romanones”, y por si alguien no lo
recuerda, o no lo vivió, hubo hasta una compañía de ellos en Cáceres, con
cuartel en la antigua “Casa de los Caballos”, que tuvo diversas intervenciones
en revueltas callejeras ocurridas en Cáceres por aquellos años —que también las
hubo—. Lo que sí tenemos que decir es que la llamada “Guardia de Asalto” no fue
muy bien aceptada popularmente por aquel entonces y prueba de ello es que se
cantó una canción cuya letra recordamos y que comenzaba:
“Madre, yo
quiero ser Guardia de Asalto
no quiero
trabajar por que me canso;
cuarenta duros
dan y una pistola
y de regalo
dan también la porra…”
Esta Guardia de Asalto desapareció tras de la guerra civil, viniendo a
sustituirla la Policía Armada… En fin, que quede claro que a José Calvo Sotelo
no lo asesinó la Guardia Civil, aunque lo diga el “New York Times”.
Diario HOY, 27 de febrero de 1981
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