La próxima semana, la que comienza mañana lunes mismo, nos disponemos
a entrar en la Semana Patronal de San Jorge que tiene además una doble
celebración porque, de los dos patronos que tiene la ciudad de Cáceres: San
Jorge y la Virgen de la Montaña, vamos a celebrar los dos, ya que la imagen de la
Patrona bajará desde su santuario para recibir la pleitesía de los cacereños en
la Concatedral. Es más, se adelanta la bajada para evitar coincidencias con la
de San Jorge. Curiosamente Cáceres tiene los mismos celestiales patronos que
Barcelona: San Jorge y la Virgen de Monserrat, ya que la nuestra es en origen
una imagen de aquella que trajo a Cáceres el piadoso anacoreta de Casas de
Millán, Francisco de Paniagua. Tan es así que en principio nuestra patrona se
llamó “Virgen de Monserrate”, aunque después castellanizado su nombre, quedara
en Virgen de la Montaña.
Lo curioso de esta semana que va a comenzar no es que coincidan
celebraciones de los dos patronos, sino que además coincide la celebración de
la “Fiesta del Libro”, que otros años, por esas razones de coincidencia, ha pasado desapercibida y que éste, por
expreso deseo de la Comisión de Cultura y Fiestas del Ayuntamiento, se intenta
que no pase de tal modo. Tan es así que por primera vez en Extremadura se
traerá a Cáceres la feria del “Libro Antiguo y de Ocasión”, que se mostrará en
el Paseo de Cánovas.
Esperemos con ello que los cacereños afiancen más su afición a la
lectura porque, dicho sea de paso, dicha afición no está muy desarrollada entre
nosotros. Recuerdo a este respecto a un cacereño que hace tiempo compraba los
libros por metros y por lomos. Llegaba a un establecimiento y pedía (él era
hombre de posibles): “póngame tres metros de esos libros de “lomo” rojo y dos
metros de los de “lomo” verde.” El librero, en principio —aunque después llegó
a conocerlo— le decía: “Pero mire, don Fulano, es que los de “lomos” rojos son
todos del mismo título”; “No importa, decía el don Fulano, porque lo que a mi
me interesa es rellenar una librería que tengo en el despacho para que haga
bonito.”
Entonces no se había inventado aún el sistema del llamado “libro de
teatro”, que consiste en tacos de madera que fingen ser libros y cuyos lomos
están recubiertos con “tapas” de libros falsos y vistosos. De haber existido,
el tal don Fulano no se habría gastado tanto dinero en libros bonitos, que ni
él leía ni dejaba leer a nadie, porque se deterioraban… Ojalá que este
coleccionista haya pasado a la historia y los actuales cacereños sepan que los
libros son para leer y no para enseñar a los amigos.
Diario HOY, 19 de abril de 1981
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