— “A estos los conozco yo”, dijo el señor Juan cuando comenzaron a
salir los rostros y biografías de los nuevos ministros, nombrados por don
Leopoldo Calvo Sotelo.
La cosa sucedía en un ruidoso bar popular, mejor diríamos taberna, en
la que el ruido no permitía oír lo que la “tele” —que es a la que nos
referimos— comenzó a dar la noticia. Cierto que sólo se veían las “estampas”
porque el comentario lo tapaba el ruido.
“Cefe”, el taxista, que es el que suele explicarlo todo, aunque
siempre con ejemplos basados en su quehacer profesional, le aclaró:
— Son los nuevos ministros, señor Juan, que usted no se entera de
nada.
— ¿Cómo nuevos?. insistió el señor Juan. ¿No eran ya ministros con el “conde
Suárez”?... ¿Pues dónde está la novedad?
— Lo eran, señor Juan pero los han “recauchutado” de nuevo y vuelven a
serlo ahora —continuó aclarando “el Cefe”.
— ¿Pero no tenían otros?, porque a mí solo me suena a nuevo ese Ortiz
de Obras Públicas.
Ni qué decir tiene que la conversación se generalizó, pero así todo “el
Cefe” siguió con su “cátedra de sapiencia”.
—Debe pasar, digo yo, como con el taxi, que entre los que tenía que
elegir no los había profesionales, o sea que los demás no tenían “carnet” para
ser ministro, o tarjeta, que estoy es muy “delicao” y ha tenido que tirar de lo
que había. Y hasta pienso que el meter a ese Ortiz González ha sido algo así
como tirar de la “rueda de repuestos”, porque no tenían otra cosa.
—¿Y si pinchan?
—Pues nuevo “recauchutado” y en paz, porque hay alguno como el
nuestro, “el Álvarez”, que debe ir ya en la llanta… Pero cuando no se tiene
material a mano hay que tirar de todo. Recuerdo yo que estando un día en el
Ayuela, donde fui a llevar unos cazadores, pinché las cuatro ruedas y me quedé
sin repuesto, teniendo que recurrir a rellenar las cubiertas con hierbas y
pajas, y así pudimos llegar, porque allí no había quien nos auxiliara. Si don
Leopoldo es un buen conductor —que yo creo que sí— ya verá usted, señor Juan, cómo
rinde viaje…
Y así siguió la conversación sobre temas profesionales del taxi y
menos profesionales de la política. El tiempo nos dirá si “el Cefe” acaba
teniendo razón.
Diario HOY, 28 de febrero de 1981
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