viernes, 30 de junio de 2017

Una noche de zozobra e indignación


Los cacereños, creo que al igual que casi todos los ciudadanos españoles y del mundo, vivimos la tarde del día 13, y parte de la noche, pendientes de la salud del Santo Padre y consternados porque pueda haber alguien que, aun no siendo católico, pueda atentar contra un adalid de la paz como es Juan Pablo II, que aparte de ser el Vicario de Cristo en la Tierra, no ha hecho mal a nadie y ha sido y es el paño de lágrimas de todo el mundo. Claro que a Cristo, siendo Hijo  de Dios y el salvador del mundo, también le crucificaron. Pero esto no puede ser consuelo, sino más bien la aceptación de un mundo y una Humanidad en la que hay mucha suciedad en todos los sentidos y donde se aplaude aín al Barrabás de turno y se sigue crucificando a Cristo a cada momento.
Dicho esto y aparte de unir mi oración a las que todos, o casi todos —porque uno no sabe ya a qué carta quedarse—, los cacereños elevan por la pronta salud del santo Padre, entro en los comentarios tomados al oído.
Lo que pasa es que en cuanto al comentario sobre el atentado en sí hay opiniones para todos los gustos. Hay quien dice que el asesino es un loco, otros que es un terrorista movido por algunos oscuros intereses, otros que puede ser alguien con deseo de notoriedad. A este respecto, se recuerda lo que en el Quijote se cuenta, en unos consejos de don Quijote a Sancho sobre la mal alcanzada fama, de un pastor que puso fuego y abrasó, en la antigüedad, el famoso templo de Diana, considerado como una de las siete maravillas del mundo, sólo por quedar vivo su nombre en los siglos venideros, aunque se mandó que nadie le nombrase para que no consiguiera tal fin…, pero la verdad es que se supo se llamaba Eróstrato. ¿Es acaso este asesino un ser de tal catadura? No llegaremos a saberlo, pero para mí el terrorismo tiene otros orígenes, que alguna vez he dicho: En el mundo hay dos fuerzas contendientes: marxismo y capitalismo. Sólo dos jugadores con un tablero en el que los demás somos peones y donde cada “ficha” se mueve por iniciativa —aunque sea remota— de uno de los jugadores. Nadie está en posesión de la verdad y puede que yo me equivoque, pero hoy por hoy, a mi no me quita nadie mi “teoría” de la cabeza, al menos con argumentos válidos… y que cada cual piense como quiera.
Diario HOY, 15 de mayo de 1981

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