Ya lo decía un editorial nuestro ayer con el que creo que estamos de
acuerdo todos los españoles y referido, claro es, al fallido golpe de Estado
que nos tuvo en vela a todos y al que ya, tomando la cosa menos en serio,
porque se nos ha comenzado a pasar el susto, y por aquello de estar
protagonizado, al menos en la parte visible, por el teniente coronel Tejero,
comienza a llamársele el “teringo” o “tejeringazo”. Nuestro editorial,
decíamos, rezaba así: “Todo un Rey, todo un pueblo y todo un Gobierno”, y con
él, decíamos, estamos de acuerdo todos. Hubo serenidad, coherencia y sensatez
en todos esos estamentos y triunfaron, como era lógico, los resortes
constitucionales pulsados en primera instancia por el Rey y acatados por todos
los españoles, que no deseamos ir contra la autoridad constituida en la que,
dígase lo que se diga, todos hemos aportado nuestro grano de arena.
Pero hay algo que yo no llegué a entender y creo que muchos no
llegaron a entender tampoco y fue la convocatoria —en el peor momento— de
algunas centrales sindicales al paro y a la huelga. Pienso yo, y creo que una
gran mayoría, que una algarada no se rechaza con otra… y por eso no acabamos de
entender aquella convocatoria que, a Dios gracia y en la mayoría de los casos,
la sensatez de las bases sindicales —o sea, el trabajador de a pie— estimó que
ni era oportuna, ni defendía sus intereses, ni venía a aclarar nada, sino más
bien a oscurecerlo. Que perdonen los líderes sindicales, de los que pienso que
en un momento de ofuscación tomaron esa inoportuna decisión que, como decimos,
por la sensatez de sus bases no se llevó a cabo más que como asambleas
informativas que eran bastante más lógicas que los paros y las huelgas
convocadas a mi juicio (tan respetable como el de ellos) en el peor momento.
Yo no sé si es que estos líderes, o algunos de ellos, no saben pulsar
más que ese resorte y desconocen otros que en algunas naciones, y aun en la
nuestra se ha pulsado, aunque aquí no se haya dado mucha publicidad a ellos.
Nos referimos por ejemplo a esas
“huelgas” que hacen en Japón, trabajando más aunque no se les pague; a
las que han hecho los alemanes dando algunas horas, gratuitas, de su trabajo en
beneficio de la nación… o a la que en alguna ocasión, y como insólita en
nuestro país, hizo una empresa gaditana, cuyos trabajadores aumentaron su
jornada laboral, sin cobrarla, como protesta de no sé qué…
Es, si se quiere, una opinión particular, pero a mí la convocatoria aludida
me pareció al menos inoportuna, y si estoy equivocado que me lo demuestren.
Diario HOY, 26 de febrero de 1981
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