lunes, 19 de junio de 2017

Una nota discordante que no estropeó el concierto


Ya lo decía un editorial nuestro ayer con el que creo que estamos de acuerdo todos los españoles y referido, claro es, al fallido golpe de Estado que nos tuvo en vela a todos y al que ya, tomando la cosa menos en serio, porque se nos ha comenzado a pasar el susto, y por aquello de estar protagonizado, al menos en la parte visible, por el teniente coronel Tejero, comienza a llamársele el “teringo” o “tejeringazo”. Nuestro editorial, decíamos, rezaba así: “Todo un Rey, todo un pueblo y todo un Gobierno”, y con él, decíamos, estamos de acuerdo todos. Hubo serenidad, coherencia y sensatez en todos esos estamentos y triunfaron, como era lógico, los resortes constitucionales pulsados en primera instancia por el Rey y acatados por todos los españoles, que no deseamos ir contra la autoridad constituida en la que, dígase lo que se diga, todos hemos aportado nuestro grano de arena.
Pero hay algo que yo no llegué a entender y creo que muchos no llegaron a entender tampoco y fue la convocatoria —en el peor momento— de algunas centrales sindicales al paro y a la huelga. Pienso yo, y creo que una gran mayoría, que una algarada no se rechaza con otra… y por eso no acabamos de entender aquella convocatoria que, a Dios gracia y en la mayoría de los casos, la sensatez de las bases sindicales —o sea, el trabajador de a pie— estimó que ni era oportuna, ni defendía sus intereses, ni venía a aclarar nada, sino más bien a oscurecerlo. Que perdonen los líderes sindicales, de los que pienso que en un momento de ofuscación tomaron esa inoportuna decisión que, como decimos, por la sensatez de sus bases no se llevó a cabo más que como asambleas informativas que eran bastante más lógicas que los paros y las huelgas convocadas a mi juicio (tan respetable como el de ellos) en el peor momento.
Yo no sé si es que estos líderes, o algunos de ellos, no saben pulsar más que ese resorte y desconocen otros que en algunas naciones, y aun en la nuestra se ha pulsado, aunque aquí no se haya dado mucha publicidad a ellos. Nos referimos por ejemplo a esas  “huelgas” que hacen en Japón, trabajando más aunque no se les pague; a las que han hecho los alemanes dando algunas horas, gratuitas, de su trabajo en beneficio de la nación… o a la que en alguna ocasión, y como insólita en nuestro país, hizo una empresa gaditana, cuyos trabajadores aumentaron su jornada laboral, sin cobrarla, como protesta de no sé qué…
Es, si se quiere, una opinión particular, pero a mí la convocatoria aludida me pareció al menos inoportuna, y si estoy equivocado que me lo demuestren.
Diario HOY, 26 de febrero de 1981

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