martes, 20 de junio de 2017

Y hablando de atavismos…


Hay atavismos que no se los salta un gitano, como suele decirse, Yo, con permiso de los actuales habitantes de El Gordo —un pueblo de nuestra provincia—, tengo que recordar una frase hecha y tradicional que continúa diciéndose por todo el Campo Arañuelo: “Recoger el jato que vienen gordeños”, porque resulta que los gordeños, por tradición, tienen fama de “cleptómanos”, de cuya palabra dice el diccionario: “propensión morbosa e irresistible de hurtar objetos, aunque el sujeto no los necesite”. No sé si esto será verdad actualmente o no, y mucho menos trato de ofender a los actuales habitantes de El Gordo. La frase la dice toda la zona de Navalmoral y aun toda la zona de Toledo, y ahí está. Lo que sí tengo que decir, quizá en descargo, es algo que un sabio profesor, ya fallecido, don Miguel Ángel Orti Belmonte, me dijo con respecto a esto. Resulta que El Gordo existía ya cuando las guerras de Roma, aunque entonces se llamaba algo así como “Puebla de Naciacos” (no “naciados” como ahora se dice), y los “naciacos” en el idioma latino –siempre según mencionado profesor— eran una especie de “espías mercenarios” que lo mismo trabajaban a favor de los invasores romanos que de los iberos o celtas que se les oponían, y, según el profesor, la frase podría partir de un atavismo que reflejara más que el deseo de hurto de los gordeños el considerarlos como gentes de poco fiar. En fin, la historia es la historia, y yo no hago más que contar lo que a mí me contaron sin entrar en aspectos peyorativos de los actuales habitantes de El Gordo, que para mí son tan respetables como cualquiera otros de la provincia.
Pero —y aquí viene la aplicación de mi cuento— yo me explico que algo así debe suceder a un nivel internacional con otros pueblos, como el ruso, de cuya Embajada en España ya ha habido que pedir que abandonen el territorio nacional nada menos que siete funcionarios por dedicarse a funciones de espionaje.
Charlábamos de este asunto varios amigos y alguno dijo: “Pues como no busquen los planos del submarino de Peral o del famoso “biscúter”, no sé qué van a llevarse de aquí.” Cierto, pero esa reiteración en una nación amiga, en la que se tiene Embajada, parece que pueda ser una especie de atavismo como el que dicen que padecen los gordeños, en otro sentido más remoto. De todos modos, yo no soy el que manda, pero si mandara, haría que a cada funcionario de embajada de este tipo los viera un buen psiquiatra antes de dar el visto bueno a sus pasaporte…, porque la reiteración ya pasa de castaño oscuro.
Diario HOY, 10 de marzo de 1981

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