martes, 4 de julio de 2017

A propósito del calor


De poco tiempo a esta parte nos viene entrando por la ventana el aire abrasador de los desiertos. Yo no sé si este año tendremos “calima” como el pasado, pero parece que vamos camino de ello y a mí no me extrañaría nada que esto fuera una “ofensiva marroquí” como es la de apresar los barcos, lo fue la “marcha verde” y otros parecidos “cariños” de nuestro vecino del sur.
¡Porque mire usted que nos han tocado unos vecinos…! Quitando a Portugal y Andorra (y si nos apuran mucho a Gibraltar),  el del norte es un verdadero incordio —ya saben ustedes a quién me refiero— y el del sur, que se educó en las mismas fuentes, se nos está convirtiendo en otro mayúsculo… Para contentar a uno le tenemos que hablar del puente del Estrecho y así y todo él sigue haciendo de las suyas, y para contentar al otro hemos de dejarnos destrozar nuestras frutas, hortalizas y vinos al paso por su territorio y luego dejar a sus representantes que vengan a besuquearnos y a vendernos aviones y material bélico… Y es que debemos tener una cara nacional de tontos que asuste…
A mí la actitud de Francia me recuerda a veces la de ese amigo oficioso y desenvuelto que cada cual tenemos, aprovechado si los hay, que hace cosas como la siguiente, con toda desenvoltura y como no dándole importancia ninguna: llegar a una reunión y decir: “Hay tres sardinas, somos cuatro; ésta es la mía”, y coger su sardina y comérsela tan ricamente, mientras tararea la “Marsellesa”… Tras ello te da dos besos —no por afecto, sino para limpiarse el hocico en tu carrillo— y si le pides algunas explicaciones te monta una conferencia en la que, tras decir muchas palabras, acaba no diciendo nada, aunque luego con mucha simpatía se despida con un “¡Oh, la, la!”, que lanza tras un mohín delicioso…
Pero bueno, de lo que íbamos a tratar hoy era del calor, que se nos ha metido de rondón en casa. Yo, por si les sirve, les diré lo que hacía hace tiempo un señor de Coria, que en plena siesta paseaba por el sol y a quien le preguntaba por su actitud él contestaba: “Estoy refrescando la casa… porque, tras de aguantar aquí un rato, entro en ella y está fresquísima…”
Como ven, todo es conformarse y pensar que si aquí hace calor, qué será en el Sáhara.
Diario HOY, 14 de junio de 1981

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