viernes, 7 de julio de 2017

“Cáceres, tierra viva”


Me ha parecido un acierto esa propaganda que se esta haciendo de la provincia. Me refiero a la promovida por el gobernador García Tafalla, y cuyo “slogan” principal, puesto en camisetas, pegatinas, etc., reza: “Cáceres, tierra viva”. Creo que es un acierto y pienso que todo lo que se haga por promover nuestra provincia debe tener el aplauso de todos nosotros. Lo que pasa con ese “slogan” es que me ha recordado un caso sucedido aquí, en uno de nuestros pueblos, hace ya muchos años, que sucintamente voy a contarles:
“Pues señor, eran unos camioneros que llevaban pescado en su camión, pero que al atravesar, de noche, una de nuestras localidades más pequeñitas, resulta que al camión se le rompió un “palier”. Entonces no solían haber ni talleres ni gasolineras que pudieran echarte una mano, por lo que, con la ayuda del herrero del pueblo —al que despertaron— se pusieron los dos conductores a tratar de arreglarlo por su cuenta.
La cosa estaba difícil, y aunque estuvieron toda la noche trajinando , el dichoso “palier” no terminaba de arreglarse, con el peligro de que se le echara el día encima —porque el verano estaba ya avanzado— y con el calor se pudiera deteriorar la carga de pescado. Entonces no había aún los camiones refrigerados que hay ahora, ni los talleres rodantes a los que recurrir, ni nada de nada, sino la buena voluntad de ganarse unas pesetas transportando pescado y aun vendiéndolo si llegaba el caso. En fin, que la noche avanzaba y el día se venía encima, sin que se lograra arreglar la avería, y los vecinos, de por sí madrugadores, estimulados por los golpes del arreglo se levantaron aún más temprano ese día y, por curiosidad, se fueron concentrando alrededor del camión. Es más, cuando ya comenzaba a amanecer, podemos decir que alrededor del camión estaba todo el pueblo, por lo que el conductor le dijo al otro: “Oye, por qué no aprovechas, te subes al camión y tratas de vender algo de pescado, aprovechando que está aquí todo el pueblo.”
En efecto, el otro se subió al camión, abrió una caja de sardinas y tomando una por la cola y mostrándola a toda la concurrencia gritó: “¡Sardinas vivas!” Y el pueblo, como un solo hombre, le respondió al unísono: “¡¡Viva!!”
A ver si cuando digamos “Cáceres, tierra viva”, va a haber alguien que comente: “¡Viva, señor gobernador!”, que los hay muy cobistas.
Diario HOY, 5 de julio de 1981

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