sábado, 29 de julio de 2017

Carrozas y retablos


Yo no sé si ustedes conocen que, en la jerga que ahora se usa, el llamarle a uno “carroza” equivale a llamarle anticuado, fuera de uso, trasto viejo; y que esa es la designación que comenzaron a manejar los más jóvenes cuando se referían a personas de mayor edad que ellos. Pero como esto de la edad se “cura “ con los años y es siempre relativo, yo puedo decir que he visto a niños de diez años llamarles “carroza” a los jóvenes que cuentan sólo diecinueve años… Pero en fin, es una palabra que ha pegado y que no cae tan mal a los ya maduros, muchos de los cuales se autodenominan “carrozas”, por lo que la juventud hubo de inventarse otra palabra más “hiriente” con la que se designa a los que son mayores que los carrozas, que es la de “retablo”. Normalmente suele decirse: “Ese, más que carroza es un “retablo”, con lo que yo quiero pensar que se aplica a los que habiendo pasado de “carroza”, son más “venerables” aún por su edad.
Dicho esto, diremos que en Madrid —donde se aprovecha todo— han surgido una serie de clubs o bares que en sus propagandas dicen que son para “carrozas” y “carrozones”, donde la música es suave, se canta y se bailan tangos, valses o pasodobles y otras series de músicas y canciones melódicas de los años 50 al 60 que, quiérase o no, han vuelto a ponerse de moda Pero lo curioso de estos sitios es que no sólo van a ellos los verdaderamente “carrozas”, los que por su edad pueden tener nostalgia o evocación por la música ida, sino los más jóvenes que se complacen en participar también en estos sitios tranquilos, lejos de los establecimientos ensordecedores donde música y ruidos se mezclan en un verdadero “pandemónium” que comienza a pasar también, por incómodo.
¿Qué viene pasando para que suceda esta revolución? Mi teoría —que se la digo en cuatro palabras— es que todas las postguerras engendran un deseo de aturdimiento del que no puede estar excluida la música. Así, en la postguerra del 14 surgió —como música revolucionaria— el “charlestón” y otros ritmos que tuvieron su momento, relacionados todos son la percusión del “jazz”… y luego pasaron, para volver a las melodías. Ahora, tras la última postguerra de los años 40, ha vuelto a surgir el mismo fenómeno, con el “twist”, el “rock” y otros ritmo que comienzan a parar, para volver a la melodía. En fin, que en la noria de las generaciones vuelven —queramos o no— los mismos “canjilones” que se fueron.
Y con lo dicho, apuntamos para los industriales del ramo, la idea de montar, más que los bares y clubs de ruidos, ya pasados, los propios para “carrozas” que a nuestro juicio son los que van a pegar.
Diario HOY, 15 de enero de 1982

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