martes, 4 de julio de 2017

El alcalde por los tejados


No crean que eso de ser alcalde debe ser cómodo. Claro que tiene sus compensaciones, pero a veces le caen a uno incumbencias que no son nada fáciles. Por no ir más lejos, a nuestro alcalde, Manuel Domínguez Lucero, que ya está bastante atareado con infinidad de cosas de la ciudad, aún con la confección del “censo de población” —aunque esto se lo lleva la eficiente Aurelia— le cae ahora otro censo. Resulta que el Departamento de Zoología de la facultad de Biología de la Universidad de Madrid le encarga nada más ni nada menos que un censo de los nidos de cigüeñas blancas que hay en los tejados y torres de nuestra ciudad, y suponemos que también en cierto modo el “empadronamiento” de los individuos “cigüeñiles” que forman cada uno de estos “hogares” conocidos por nidos. No creemos que en este caso se exijan los nombres y apellidos de cada cigüeño, ni que se les haga firmar la hoja censal con el pico, pero así y todo el censo entraña sus dificultades, si es que se quiere quedar a las buenas con mencionado departamento científico. Justo es reconocer que desde hace muchos años las cigüeñas son vecinas de Cáceres y por tanto tienen derecho y obligación de ser empadronadas. Pero ¿ustedes se imaginan a alcalde torre por torre, tejado por tejado, recontando cigüeños? Porque estimo yo que en estos menesteres no le va a cargar el mocho a Aurelia, que se negaría en redondo a subirse a los tejados para decirle a las cigüeñas que no van a tener derecho al voto si no se empadronan… La cosa es difícil, porque a ver qué agente censal se busca el alcalde de no hacer el trabajo, como quien dice, a “ojo de buen cubero”, lo que no es en absoluto científico.
Claro que si las cosas se quieren hacer bien hay soluciones para todo, aun reconociendo que la función del alcalde puede ser delegada —¿qué hacer , enviar a su secretario don Roberto?— porque como no hay “Comisión Delegada de Asuntos Cigüeñiles” la cosa se complica y a lo mejor a don Roberto, con el Código bajo el brazo, no le aguantan las débiles estructuras de lo viejos tejados cacereños, que, con tanto peso, pudieran venirse abajo. En fin, mi consejo —caso que me lo pidan— es encargar a los jóvenes del Club de Vuelo de Alas Deltas que entre pasada y pasada vayan haciendo el censo solicitado, porque ni el alcalde ni la Corporación están para esos trotes, que luego pasa lo que pasa y los cacereños acabarían cantando:
“Vi al alcalde Domínguez Lucero
persiguiendo cigüeñas por los aleros”.
Diario HOY, 11 de junio de 1981

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