domingo, 2 de julio de 2017

El “Círculo de la Discordia”


Aunque se trata de un círculo privado vamos a referirnos a él, porque es heredero del “Círculo de los Señores” que, durante muchos años —lo mereciera o no— se llamó representante de lo “más granado” de la ciudad. Historias pasadas aparte vamos a referirnos al problema actual del “Círculo de los Concordia”, que más parece el de la discordia. Como se sabe ocupa el lugar del “Complejo La Colina” que a todas luces es pequeño para los más de 600 socios que tiene el círculo y todas las ferias, como tradición, convoca unas cenas —que ya son menos de gala que lo eran antes— en las que actúa un determinado artista.
Por referirnos a algunas nos vamos a elegir la del pasado día 30, en la que actuó María Jiménez —como Dios le dio a entender—, porque se viene dando el caso de que en la cena hay unos diversos comensales que aparte de pagar la cuota mensual, pagan la cena incluido el menú, la orquesta y lo que cobrara el actuante.
Pero como el “reglamento” es anticuado, ha de admitirse a cualquier socio, o hijo de socio, que se le ocurra ir por allí, aunque no vaya a cenar. Pues bien, antes de concluir la cena, la invasión de hijos de socios, amigos de los hijos de los socios y jóvenes y menos jóvenes no socios, pero que recurre a alguno, o simplemente se “cuelan” invaden el pequeño lugar, convirtiéndolo en algo así como el autobús en una hora punta. Todo lo que podemos contarles es poco. El día referido la invasión era asfixiante, aún antes de haber terminado la cena: en las mesas, encima de las mesas, sentados en la pista de baile, en el tablado de la propia orquesta, una cantidad de jóvenes y menos jóvenes, socios o no socios, invadió todo aquello (como suele ocurrir en todas las fiestas del casino), sin dejar no ya cenar a los que fueron a la cena, sino moverse, ni ver desde su sitio; ni aún tocar a los músicos, ni actuar a la cantante que tuvo que hacerlo en medio de un corro, de menos de un metro cuadrado y salir del compromiso gracias a su profesionalidad, sudando la gota gorda y sin poder “actuar” por falta de espacio como normalmente lo hace. Ni que decir tiene que los comensales salieron indignados con la desorganización de todo aquello y del pésimo ejemplo que para los forasteros que acudían a la cena y aun para la artista suponía ésta y cualquier cena del casino, prometiendo darse del baja del Círculo, aunque después no lo hagan. No está en nuestras manos señalar soluciones, pero creemos que la directiva de este Círculo tiene que abordarlas si desea que el Círculo perviva, porque ese espectáculo es, entre otras cosas, bochornoso.
Diario HOY, 2 de junio de 1981

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