Bien sabe Dios que yo nunca me alegro del mal ajeno y que lo que voy a
decir lo digo con toda seriedad y sin deseos de sacar punta a nada. Me enteré
por nuestro colega “Ya” de que al ministro de Agricultura le aqueja una extraña
enfermedad a cuenta de la cual ha tenido que ser asistido en una clínica de
Madrid y alrededor de la noticia vienen los datos científicos del caso en el
que, como uno es profano, no he llegado a sacar en claro más que lo que la
noticia simplifica en el titular y en alguna parte de la misma; en definitiva,
que lo que padece el ministro de Agricultura es un ataque de hipo, pero de
carácter grave, del que de antemano deseo se haya repuesto ya o que se reponga
cuanto antes y la cosa no queda en nada.
Como en esto de las enfermedades los técnicos son los médicos y ahora
andan en huelga, no he logrado yo que me expliquen las características del
extraño hipo del ministro, aunque en nuestro periódico del martes volví a leer
que se trataba de “un episodio de gastroplejia grave que presenta un abdomen
agudo” por el que fue internado en el Hospital Alemán de Madrid. Le deseo
pronta recuperación, pero pensando en que el asunto pueda ser el hipo del que
habla “Ya”, he rememorado con algún contertulio los remedios caseros del caso:
—¿Habrán ensayado —decía uno— los siete sorbos de agua en un vaso?
—¿Y el beber boca abajo, que a mi suegra, que los padece, le dio muy
buenos resultados? —agregaba otro—.
—¿Y los sustos? … decía alguno más.
Yo pensé que si es cierto que el hipo se quita con sustos, los que le
vienen dando al ministro, con la situación de la agricultura y la protesta
generalizada en muchos de sus campos, la situación de los agricultores, la sequía,
etcétera, hubieran bastado para quitar el hipo a cualquiera, por lo que para mí
la cosa no debe “ir de hipo”, sino de algo diferente…
¿Y no será que cuando el susto rebasa unos límites lógicos, lo que se
produce es el hipo?… En fin, que sean los médicos los que decidan y, sobre
todo, que se ponga pronto bueno el ministro, dicho sea con los mejores deseos.
Diario HOY, 5 de junio de 1981
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