martes, 11 de julio de 2017

"El izquierdismo" de José María


Mi amigo José María, tras de cuyo coche, con el mío, he recorrido kilómetros y kilómetros, tiene el defecto de conducir por la izquierda. Conste que no es que José María sea inglés, ni como él dice para fardar, este vicio le haya quedado de los muchos años que vivió en Londres, porque se da el caso de que José María no ha visto Londres ni por el forro. Tampoco puede decirse que sea una “secuela de tipo político”, porque José María es un “facha” de tomo y lomo, que si se le echara eso en cara, era capaz de ir, de ahora en adelante, por la cuneta de la derecha para que vieran su verdadera posición ideológica lo que pudieran criticarle. Más bien se trata de una costumbre que comenzó sin darse cuenta y que ahora ha formado un hábito del que no es capaz de desprenderse. José María, pone en medio de las ruedas delanteras de su coche la raya que suele dividir la carretera y comienza a hacer kilómetros como si ello fuera para él el punto idóneo y seguro para lograr rendir viaje.
Recorriendo el vecino país de Portugal, donde como saben se conduce, quizá por influencia inglesa, por la izquierda o por donde cae, tuvo varios problemas que estuvieron rozando el accidente y entonces traté de hablar con él seriamente sobre el asunto haciéndole ver que en la carretera es mejor que cada vehículo vaya por su lado para evitar así el encontronazo en un posible cambio de rasante… Pues bien, mi razonamiento fue demolido por otro español que presenciaba la conversación y que sentenció:
— Es mucho mejor ir por la izquierda o por el centro de la carretera, por que así, si uno te viene mal de frente, tienes más tiempo de darle paso por un lado o por otro.
Ni que decir tiene que, después de las discusiones que en más de una ocasión hemos tenido sobre esto, su criterio salió reforzado y ahora conduce más por la izquierda que antes.
Si ustedes quieren, el asunto es nimio, pero igual que José María hay infinidad de conductores que por propia comodidad por hábito o por falta de seguridad, no respeta el Código y pueden llegar a ser los provocadores de accidentes cuando un coche, que viene por su lado y confiado, los ven aparecer invadiendo su espacio en un cambio de rasante.
Todas estas razones, y otras de este tipo, me hacen aplaudir la subida de las multas de tráfico. Ya veremos si José María, cuando les “casquen” 15.000 pesetas de multa, sigue pensando lo mismo.
Diario HOY, 13 de agosto de 1981

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