domingo, 16 de julio de 2017

El orinal del rey

(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
Se dice que el motivo de tomar la decisión de que la línea férrea Madrid-Lisboa pasara por Cáceres se debe a que aquí funcionaban las minas de fosfatos de Aldea Moret y a esta empresa —que fue una de las más importantes de su tiempo— le interesó tener cerca un ferrocarril para sacar sus productos y presionó para que la línea —al menos con una “vía término”— pasara por su suelo. Decimos esto ya que ahora se celebra el centenario de la inauguración de la línea, pero hay una serie de curiosidades que aún figuran en la ciudad y que quedaron en ella a partir de la visita que el rey Alfonso XII hizo para la inauguración —en compañía del rey portugués, Luis I— de mencionado ferrocarril.
Nuestro rey se alojó en el Ayuntamiento, donde hubo que prepararle cámara y despacho para los días que estuvo entre nosotros, y algunos de los objetos que para aquella solemnidad se trajeron aún figuran en nuestro municipio, aunque muchos cacereños desconocen este origen. Precisamente, porque les puede ser curioso este conocimiento, ayer, en compañía del alcalde don Manuel Domínguez, hemos rememorado algunas de las cosas que se saben ciertamente tuvieron ese origen, aunque habrá algunas otras cuyo origen es dudoso o que desaparecieron. Aparte del regalo que nos hizo designándonos ciudad, por equivocación  y del que ya hemos hablado, quedaron aquí otros objetos de valor como pueden ser las cuatro arañas, o lámparas, que figuran en el salón de actos y que cada una debe costar hoy más del millón de pesetas; la mesa de despacho que hoy utiliza el alcalde fue la que se trajo para montar el despacho del rey y quedó aquí, aunque muy pocos conocen este origen; pero entre los objetos más curiosos que se conservan de aquel entonces, existe uno que cualquiera que lo vea puede tomarlo por una artística sopera, pero en realidad es un orinal que se trajo para la alcoba del rey. Se trata de una pieza de cerámica decorada con artísticos tulipanes, con tapadera y asas, de fina estampa que hasta en alguna ocasión, adornada con un ramo de flores, ha servido como centro de mesa.
Puede que sea un pieza única, su material es como de loza de “Limoges” o de cerámica muy fina, y ningún cacereño diría que aquello es una vica —empleando el argot local con que aquí se designan estas cosas—. Lo que nadie puede hoy día asegurar es si el rey hizo o no “pis” en ella; quede eso como enigma histórico, pero lo que si decimos es que este adminículo, por lo curioso, debería figurar en algún museo municipal que podría montarse... ¿A que ustedes no lo sabían?
Diario HOY, 10 de octubre de 1981



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