viernes, 7 de julio de 2017

Hablando claro de autonomía


Entre los primeros reinos peninsulares que consiguieron “la autonomía” figura Portugal, que, unido varias veces a España, acabó consiguiendo la independencia tras el reinado de Felipe II marchando ya por derroteros distintos de los que marcharon los otros reinos y regiones unidos a los que llamamos España.
Eran otros tiempos y existían otras circunstancias y han pasado muchos siglos en los que la nacionalidad portuguesa, su personalidad, su lengua, etc., han tomado carta propia de naturaleza, dicho sea sin reticencias de ningún tipo, y aún peso específico en el mundo donde Portugal, separado de España, ha jugado un papel histórico importante.
Todo esto viene a cuento porque algunos extremistas, amigos de la independencia de sus respectivas regiones considerando que la autonomía es un paso a ella, han llegado a decir que no les importa que Vasconia o Cataluña lleguen a ser países como Portugal. Pues bien, de eso nada; eso es una entelequia porque para llegar a ser algo de lo que Portugal es y ha sido en el mundo habría que echar para atrás la Historia como en la “moviola” y montarla de manera distinta. Estas regiones, solas y aisladas, no tendrían en el mundo el peso específico que hoy día tienen Andorra o Gibraltar, por citar dos ejemplos.
Puntualicemos: Portugal ha tenido en la Historia una misión igual, hasta diríamos que paralela a la que tuvo España como educadora y colonizadora de pueblos que descubrió, siendo una “primera potencia mundial” cuando España también lo era.
Su idioma, el portugués, es un idioma universal que se habla además en naciones con tanto futuro como Brasil, Angola o Mozambique… Y comparado con el catalán y el vasco, por ejemplo, son sólo lenguas para andar por casa, sin mayor trascendencia.
Portugal, hasta hace poco, ha sido metrópoli de un amplio imperio colonial que le dio asiento y capacidad para poder valerse sola por sí misma como nación. Vasconia industrialmente fue un capricho de Franco que quiso concentrar la industria española y solos, aunque ellos lo crean, no pueden competir ni persistir. El caso de Cataluña es parecido, pero el catalán lo sabe y cuando habla de separatismo lo hace de “dientes para afuera”, como palanca de conseguir algo. Ni Cataluña ni Vascongadas se parecen a Portugal, por mucho que algunos se empeñen.
Diario HOY, 8 de julio de 1981

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