martes, 11 de julio de 2017

La comodidad que nos mata


La comodidad se paga y el hombre, por esa misma comodidad, se aparta cada día más de la Naturaleza y, como sustituye muchas funciones de su propia máquina (su cuerpo físico) por otros cuerpos mecánicos, acaba siendo un “canijo” al que le aquejan infinidad de nuevas enfermedades. Este fenómeno es el que viene sucediendo con el hombre moderno que camina poco, porque para eso inventó el automóvil o los vehículos mecánicos; sube pocas escaleras, porque para eso inventó el ascensor, y todo ello ha llegado a provocar una serie de enfermedades creadas por la poca capacidad de alguno de sus órganos y surge el fallo del corazón en cualquier esfuerzo, el infarto y otras muchas “lindezas” por el estilo.
Nuestro cuerpo es una máquina que debe tener su entrenamiento, y cuando no lo tiene en cualquier esfuerzo falla. No obstante el hombre hace un “regreso sofisticado” para tener a punto su propia máquina, su cuerpo, y así vemos a una gran mayoría haciendo “footing”, caminando por nuestras carreteras —por prescripción facultativa—, jugando al tenis, etc., etc.
Dice un amigo mío que, si en vez de utilizar el ascensor subiéramos andando las escaleras; si en vez de utilizar el coche para todo fuéramos andando, sobraría el “footing” y tantos otros “inventos” modernos que sólo tratan de dar al músculo la movilidad que por comodidad se ha perdido.
Un ejemplo de esto pudiera ser el de un caballo al que se le tiene toda la vida dándose pienso y sin caminar, y en un momento determinado se le exige un galope de 50 kilómetros… Lo lógico es que el caballo no lo aguantara. Pues bien, eso mismo es lo que viene sucediendo con nuestro cuerpo. Lo único malo es que existen las prisas y los hombres estamos sacrificando nuestra salud del cuerpo por las prisas.
En unos niveles locales, uno ha abarcado a conocer a personas que por trabajo o necesidad se desplazaban andando desde los pueblos próximos a la capital. Las lavanderas de Malpartida; los sandieros o carboneros de ese pueblo; los vendedores del Casar de Cáceres, etc., etc., y eso era a diario y sin que se le diera importancia. Si en la actualidad alguien llega a hacer andando ese recorrido le consideraríamos un héroe… ¿Qué es lo que nos viene pasando? Simplemente que por exceso de progreso y comodidad nos estamos anquilosando…, aunque tratemos de disimularlo con el “footing”.
Diario HOY, 16 de agosto de 1981

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