jueves, 13 de julio de 2017

La escuela de saltos y el foso "salvapeatones"


Como da la casualidad de que cada día más automovilistas se pasan en rojo los semáforos, yo he comenzado a darle vueltas a algún sistema que evite el que esto suceda, porque —oiga— la amenaza de multa no vale, los guardias cada día se ocupan menos de estas cuestiones y al que “pescan”, si pescan alguno, acaba no pagando la multa.
El “invento” se me ocurrió tras de jugarme la vida con una bella conductora de un CC-E nuevecito, que se la veía muy “verde” y que tras de hacerme dar un salto para que no me arrollara, lo único que se le ocurrió decir fue: “¡Vaya, hombre, me pasé otra vez!”… y sin más comentario siguió su marcha mientras yo me quedaba temblando al pensar en lo que podía haberme ocurrido.
Como este no es caso único, sino más frecuente cada día, y como no sirve amenazas de pérdida de carnet, etc., comencé a darle vueltas al asunto.
Veamos, la solución puede tener dos partes: o bien, enseñarnos a los peatones, previo un entrenamiento diario, a dar saltos como los langostos, o poner algún dispositivo en los coches para que cuando se encienda el rojo, el vehículo —por alguna sincronización especial— frene automáticamente. Este último sistema estoy seguro que acabarán inventándolo en Japón, donde ahora se inventa todo, pero hasta que aquí llegue habrá que emplear algún otro sistema más rudimentario.
En cuanto al primer sistema me imagino una especie de “escuela municipal de saltos peatonales”, cuyas enseñanzas fueran gratuitas. Podría montarse a la vera de las piscinas municipales y tener allí un monitor que enseñara diversos quiebros al personal que asistiera a ella. Lo malo de esto es que los que no estuvieran en condiciones físicas acabarían cayendo y en ese número podríamos incluir a los ancianos disminuidos físicos, etc… Pero qué duda cabe que hubiéramos salvado al menos un 50 por ciento de la población más ágil, lo que desde un punto de vista estadístico no está del todo mal. Aunque justo es reconocer que no es el mejor sistema. Mi invento se cifra en hacer un foso delante de cada semáforo que se abriera, para tragarse el coche, cada vez que se encienda el rojo… Y, oiga, ni multa ni nada, el coche quedaría en el foso hasta que la grúa viniera a sacarlo cobrándole, como es lógico, sus servicios… quizá la obra en sí resultaría cara, pero de todos modos yo estoy esperando a que regresen Machuca y el alcalde para proponérselo.
Diario HOY, 28 de agosto de 1981

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