jueves, 20 de julio de 2017

La "Liga de Fumadores Anónimos"


Precisamente entre un 2 y un 5 de noviembre de 1492 descubrían dos marineros españoles de la expedición de Colón, en la recién conquistada Cuba, la planta del tabaco. Se trataba de Rodrigo de Jerez, de Ayamonte, y de Luis de Torres, judío español converso. Le llamaron “tabaco” por el nombre que los indígenas daban a la pipa con que lo fumaban. No obstante, la gloria de la difusión en Europa de esta planta y su uso, como tantas otras cosas, se la “apuntaron” los franceses, ya que Juan Nicot, embajador de Francia en Lisboa, aprendió su uso y se lo dio a probar a Catalina de Médicis a la que le preguntó:
— ¿Qué me “dicis”, Catalina, de este “porro” que te ofrezco?
— Que está muy bueno y que vamos a “emporrar” a medio mundo —parece ser que le contestó Catalina—: y, además, Linneo, que era el encargado de poner nombre científico a las plantas —y que se fumó otro puro que le dio Nicot—, le puso en su honor “nicotina”. Así se escribe la historia, cuando a aquello debería habérsele llamado “jerecina” o “torrecina”… en fin, pero esto aparte, lo que yo quería decirle a ustedes es que voy a fundar una  “liga”, al igual que esas que se llaman “Alcohólicos Anónimos” o “jugadores anónimos”, para dejar el alcohol o el juego, que se llamará “Fumadores anónimos”, con el fin de dejar el uso del tabaco que no nos sienta bien ni a los pulmones ni a los bolsillos… Lo que no sé es qué dirá nuestra Administración que en estas cosas ha seguido siempre el dicho de “Cuando no puedas vencer un vicio, únete a él y sácale lo que puedas”, porque si ustedes lo piensan, no otro origen tienen el monopolio del tabaco, el de los juegos y el impuesto sobre los alcoholes, porque aquí en nuestra Hacienda siempre hemos tenido unos “listos” que en vez de tratar de apartarnos del vicio nos han sacado los cuartos por disfrutarlo “oficialmente”. Pues bien, yo lo dejo y conste que “me quito” del tabaco del todo, no como algunos que sólo “se quitan” de comprarlo y se lo piden a los amigos, con lo que prácticamente siguen fumando hasta que los amigos se hartan de costearles el vicio…
Pero volviendo al tema del monopolio, lo que no acabo de explicarme es cómo nuestra Administración no se ha sacado de la manga otro sobre la droga, creando algo así como la “Compañía de Porros, S.A.”, que, al igual que la Tabacalera, proporcionaría muchos “cuartos” a la Hacienda, aunque fuera explotando nuestras debilidades.
En fin, que yo creo la “liga”, aunque a un amigo que he querido convencer diciéndole “que el tabaco es un veneno lento”, me ha respondido: “Bueno, yo no tengo prisas.”
Diario HOY, 8 de noviembre de 1981

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